martes, 31 de marzo de 2020

“Cuando levantéis al Hijo del Hombre, sabréis que Yo Soy” (Jn 8, 21-30)


El relato de la primera lectura, aquel estandarte con una serpiente, que curaba a los que eran mordidos por serpientes, es el transfondo de las palabras de Jesús en el Evangelio.

Cuando sea levantado en la cruz, Jesús se convertirá en estandarte salvador para el mundo. Nosotros, mordidos por el sufrimiento, la muerte y las injusticias de la vida, somos llamados a contemplar a Jesús, que sufre y muere injustamente en la cruz. Para ser sanados por Él.

Es una paradoja: en la cruz, donde Jesús llega hasta la aniquilación y la muerte, es precisamente donde se revela como auténtico Dios (“Yo Soy”). El amor de Jesús, que no retrocede ni ante la muerte, es la fuerza de Dios que vence a la muerte, que abre el camino de la Resurrección, que nos ofrece esperanza.

“El que me ha enviado está conmigo, no me ha dejado solo”

“Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán, que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede soportar; es ayuda y da fuerzas; nunca falta; es amigo verdadero. (…). He visto que por esta puerta hemos de entrar si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. Así que vuestra merced,  no quiera otro camino. Por aquí va seguro. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes; El lo enseñará. Mirando su vida, es el mejor modelo. ¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en las fatigas y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí. (…), que en negocios y persecuciones y fatigas, cuando no se puede tener tanta quietud, y en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía”.
                                   Teresa de Jesús, Vida, 22, 6-7.10


Ven a mí (Ixcís)


lunes, 30 de marzo de 2020

Misericordia y justicia. “Tampoco yo te condeno. No peques más” (Jn 8, 1-11)



La primera lectura (la falsa denuncia contra Susana, (Dn 13, 41-62) nos sugiere una pista de lectura del Evangelio. El pecado de los escribas y fariseos está en su misma denuncia: entregan a juicio a la mujer, mientras dejan escapar al cómplice de adulterio, que (también ante la Ley) era tan culpable como ella.  Han manipulado la Ley, han jugado con la vida de una persona, para intentar poner una encerrona a Cristo.

Jesús pone en evidencia ese uso corrupto de la Ley, y con su actitud apunta hacia el sentido verdadero de la Ley: la justicia de Dios es salvadora, cuida la vida. Por eso, Jesús perdona: no condena al pecador, y tampoco justifica (ni banaliza) su pecado, sino que le abre a una vida nueva.

Tu bondad (Ixcís) 


domingo, 29 de marzo de 2020

“Yo soy la resurrección y la vida” (Jn. 11, 1-45)


Escuchamos la tercera y última gran catequesis para los catecúmenos que se preparaban para recibir el Bautismo en la Pascua. Jesús, que ha sido presentado como Agua viva (Jn 4, 5-42) y Luz del mundo (Jn 9), se nos presenta, en el Evangelio de hoy, como Aquél que la humanidad esperaba, en quien se cumplen las promesas definitivas, Aquél que es la Resurrección y la Vida.

Contemplamos a Jesús profundamente humano, llorando con Marta y María. Y desplegando el poder de Dios, que da vida a lo muerto, incluso cuando no parecía haber vuelta atrás (los cuatro días de Lázaro enterrado aluden a lo irreversible de la muerte).

Cada diálogo esboza una personalidad: el discípulo que no entiende, pero quiere seguir al Maestro hasta la muerte; la discípula desconcertada, llorando a los pies del Maestro (“si hubieras estado aquí…”); la amiga que le expresa abiertamente sus sentimientos, incluso le contesta, y que, precisamente así, abre su corazón en la fe más plena y pone por obra la palabra de Jesús.

Quitad la losa” (“Yo abriré vuestros sepulcros y os sacaré de ellos” Is 37,12). “Desatadlo y dejadlo andar”. Son palabras de Jesús, también para nosotros. Si hemos dejado algo de nuestra vida sepultado tras una losa, si hay en nosotros algo mortecino (esperanzas, confianza…), el Evangelio de hoy nos invita a dejar a Jesús esa parte de nosotros que puede haber quedado ensombrecida, y traernos su luz.

Fuente de vida (Esperanza de vida)



sábado, 28 de marzo de 2020

Para Vos Nací. Aniversario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús



Hoy, el Carmelo recuerda que hoy, hace 505 años, nació, en Ávila, Santa Teresa de Jesús. Recordamos su poema “Para Vos nací”, que habla de la disponibilidad que nace del amor y la confianza, y que lleva a buscar su voluntad. Para Él también hemos nacido cada uno de nosotros.


Vuestra soy, para vos nací:
¿qué mandáis hacer de mí?

  Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes.
Vuestra, porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:
¿que mandáis hacer de mí?

  Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma:
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición.
Dulce Esposo y Redención,
 pues por vuestra me ofrecí:
¿qué mandáis hacer de mí?

  Dadme muerte, dadme vida;
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad;
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué queréis hacer de mí?

  Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo:
pues del todo me rendí,
¿qué mandáis hacer de mí?

  Si queréis, dadme oración;
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?

  Haga fruto o no lo haga,
esté callando o hablando,
muéstreme la ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo vos en mí vivid.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, para vos nací:
¿Qué mandáis hacer de mí?

“A ti he confiado mi causa” (Jer 11, 20) (Jn 7, 40-53)



La lectura de Jeremías (Jer 11, 18-20) y el salmo 7 nos invitan a mirar a Jesús, como el hombre justo perseguido, mientras el Evangelio nos muestra el ambiente de confusión en torno a Jesús, y la trama de las autoridades religiosas de Israel, que va cerrando el cerco sobre él, con una actitud altiva, cerrada, y justificada por apenas un prejuicio (“de Galilea no salen profetas”).

Y Jesús sigue su camino. Su imagen tiene la hermosura trágica de quien, por su fidelidad, se enfrenta a la muerte. Y su confianza en el Padre va más allá de la tragedia, anuncia la Vida Nueva, que también es libertad y amor. 





Homilía del Papa Francisco en la oración del viernes 27


MOMENTO EXTRAORDINARIO DE ORACIÓN
EN TIEMPOS DE EPIDEMIA
PRESIDIDO POR EL SANTO PADRE
FRANCISCO
Atrio de la Baslica dé San Peetro
Viernes, 27 de marzo de 2020

«Al atardecer» (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado. Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos” (cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos.

Es fácil identificarnos con esta historia, lo difícil es entender la actitud de Jesús. Mientras los discípulos, lógicamente, estaban alarmados y desesperados, Él permanecía en popa, en la parte de la barca que primero se hunde. Y, ¿qué hace? A pesar del ajetreo y el bullicio, dormía tranquilo, confiado en el Padre —es la única vez en el Evangelio que Jesús aparece durmiendo—. Después de que lo despertaran y que calmara el viento y las aguas, se dirigió a los discípulos con un tono de reproche: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» (v. 40).

Tratemos de entenderlo. ¿En qué consiste la falta de fe de los discípulos que se contrapone a la confianza de Jesús? Ellos no habían dejado de creer en Él; de hecho, lo invocaron. Pero veamos cómo lo invocan: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (v. 38). No te importa: pensaron que Jesús se desinteresaba de ellos, que no les prestaba atención. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”. Es una frase que lastima y desata tormentas en el corazón. También habrá sacudido a Jesús, porque a Él le importamos más que a nadie. De hecho, una vez invocado, salva a sus discípulos desconfiados.

La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad. La tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad.

Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, esta tarde tu Palabra nos interpela se dirige a todos. En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”.

«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, «volved a mí de todo corazón» (Jl 2,12). Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás. Y podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo. Frente al sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos y experimentamos la oración sacerdotal de Jesús: «Que todos sean uno» (Jn 17,21). Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras.

«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza. Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere.
El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar. El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. En medio del aislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado. El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la esperanza.

Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar. Es animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad. En su Cruz hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Queridos hermanos y hermanas: Desde este lugar, que narra la fe pétrea de Pedro, esta tarde me gustaría confiarlos a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo, estrella del mar tempestuoso. Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios. Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7).


viernes, 27 de marzo de 2020

El Verdadero es el que me envía (Jn 7, 1-2.10.25-30)



Juan escribe su Evangelio para comunidades que sufrían la condena y hostilidad de las sinagogas judías (más expandidas y desarrolladas que el cristianismo en Asia Menor, en aquel final del siglo I). Cuando habla de “los judíos”, en esa expresión reúne a los adversarios que persiguieron primero a Jesús y luego a sus comunidades.

Jesús no cuadraba con el esquema que tenían muchos doctores de la Ley y judíos.  Muchos prefirieron sus esquemas en vez de acoger a Jesús, ciegos a los signos de vida que Él hace.

Jesús nos invita a probar su palabra: “Si alguno quiere cumplir la voluntad del que me ha enviado, verá si mi doctrina es de Dios o hablo yo por mi cuenta” (Jn 7, 17) Jesús nos da a conocer la Verdad de Dios, y esta verdad se verifica en la vida: sana, libera, infunde paz y valor, hace brotar la alegría, construye relaciones de amor.

“Se me dio a entender una verdad, que es cumplimiento de todas las verdades; no sé yo decir cómo. Dijéronme, (…) ”todo el daño que viene al mundo es de no conocer las verdades de la Escritura con clara verdad; no faltará una tilde de ella. (…) Quedóme muy gran gana de no hablar sino cosas muy verdaderas, que vayan adelante de lo que acá se trata en el mundo (…)
            Esta Verdad que digo se me dio a entender, es en sí misma Verdad, y es sin principio ni fin, y todas las demás verdades dependen de esta Verdad, como todos los demás amores de este amor, y todas las demás grandezas de esta grandeza; aunque esto va dicho oscuro para la claridad con que a mí el Señor quiso se me diese a entender”.
Teresa de Jesús, Vida, 40, 1-5




jueves, 26 de marzo de 2020

“Esas obras que hago dan testimonio de mí” (Jn 5, 31-47)



El Evangelio comienza a presentarnos el enfrentamiento de Jesús con los judíos, que se irá agudizando, hasta llevarlo a la Cruz.

Esa discusión también habla de nosotros: del riesgo de encerrarnos en nuestros pequeños mundos, en nuestras ideas, hasta volvernos insensibles o incapaces de comprender al otro.

Nos habla de la necesidad de limpiar la mirada para ver, para que no nos ofusque la apariencia, el estar pendientes de la imagen de nosotros mismos (“¿…buscáis gloria unos de otros, y o buscáis la gloria que viene de Dios?”)

Nos habla de la necesidad de buscar a Dios con obras. En el ámbito de la ciencia y la técnica, se puede analizar un objeto sin implicarse. Pero en el ámbito de la vida, de lo que de verdad importa, para buscar la verdad, es necesario implicarse. “Sólo se ve bien con el corazón…”

“Otros hay que han dejado todas las cosas por el Señor (…) mas tienen mucha honra. No querrían hacer cosa que no fuese tan bien acepta a los hombres como al Señor; gran discreción y prudencia. Puédense harto mal concertar siempre estas dos cosas: y es el mal que casi, sin que ellos entiendan su imperfección, siempre gana más el partido del mundo que el de Dios. Estas almas, por la mayor parte, les lastima cualquier cosa que digan de ellas, y no abrazan la cruz, sino llévanla arrastrando, y así las lastima y cansa y hace pedazos; porque si es amada, es suave de llevar”.
Teresa de Jesús, Meditaciones sobre los Cantares, 2, 26


Canto: Muéveme, mi Dios, hacia ti(Ixcís) 



miércoles, 25 de marzo de 2020

En apoyo a las residencias de mayores


Nos hacemos eco del comunicado de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Hay más de 5.000 residencias de ancianos en España, que trabajan para cuidar a los ancianos. Conozco de cerca la labor de algunas de ellas y su esfuerzo por ofrecer a los ancianos una atención humana, cálida, llena de detalles que buscan mejorar su calidad de vida. En estos momentos, están sufriendo mucho con la pandemia de COVID-19 y están luchando en condiciones muy difíciles, para seguir cuidando a los mayores y evitar que esta enfermedad haga estragos entre ellos. Necesitan y merecen el apoyo de la sociedad.

DECLARACIÓN SEGG COVID-19

Las residencias y centros sociosanitarios son el recurso más vulnerable ante el coronavirus y requieren nuestro apoyo y acciones urgentes de protección

24-3-2020

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, da su apoyo y valora muy positivamente el importante trabajo profesional y esfuerzo de las más de 200.000 personas que trabajan en residencias para personas mayores y centros sociosanitarios, quienes arriesgando su propia seguridad, diariamente cuidan, apoyan y atienden con cariño y profesionalidad a las más de 400.000 personas mayores y en situación de dependencia que viven en estos centros en España.
La SEGG recuerda que las residencias y centros sociosanitarios de atención a personas mayores y en situación de dependencia, son el recurso más vulnerable frente al Coronavirus, y que en estos precisos momentos requieren de un plan urgente de apoyo y suministro de test diagnósticos y EPIS
.
Por esta razón, considera que son contraproducentes las declaraciones realizadas el día de ayer por las autoridades del Estado, sobre el caso del hallazgo de supuestas incidencias graves en una residencia (de las más de 5.000 que hay en España), ya que puede generar una opinión pública negativa y sesgada sobre la situación real de las residencias. Independientemente de las oportunas actuaciones judiciales ante casos específicos, lo que debemos hacer es proteger a todas las personas que trabajan y viven en residencias, aportar los EPIS y test diagnósticos necesarios y lo antes posible, aislar en zonas separadas o fuera de las residencias o en residencias específicas, a todos los positivos de Coronavirus (tanto personas de los centros como trabajadores/as).

La SEGG aporta un resumen del Informe de estadística en residencias, de Envejecimiento en Red del CSIC, de Octubre 2019, en España hay 5.358 centros residenciales con 372.985 plazas, de los que 2.609 (el 48,7%) son centros de menos de 50 plazas en las que viven 72.573 personas (el 19,5%) y donde el aislamiento en unidades puede ser imposible.

"Dios está con nosotros" (Lc 1, 26-38. Is. 8,10))



San Juan de la Cruz dedica su poema más extenso a la Encarnación del Hijo de Dios. Ante la pregunta de por qué Dios se hace hombre, responde así:

En los amores perfectos
esta ley se requería:
que se haga semejante
el amante a quien quería.

En momentos de crisis, que nos enfrentan a nuestra debilidad y pobreza, recordemos que Dios está enamorado de nuestra humanidad, y somos preciosos para Él. Recordemos que por ese amor, Él ha venido a compartir nuestra condición, con cuanto tiene de hermoso y alegre, y también con todo lo que tiene de doloroso y difícil (“Él cargó con nuestras dolencias y soportó nuestros sufrimientos” Is 53, 4). Así, cuando nos alcance el dolor o la dificultad, podremos descubrirlo a nuestro lado, pues para esto se ha hecho semejante a nosotros: para ser compañero de camino, para compartir nuestros padecimientos, nuestras preocupaciones.

Y para compartir con nosotros su Vida, la de Dios. Vida que ha vencido a la muerte y abre caminos nuevos (Él, que abrió caminos en el mar y en el desierto, es capaz de abrir camino en medio de cualquier situación). Y su Paz, que nos fortalece en medio de cualquier lucha. Y una alegría profunda, que es fuente de serenidad y energía.

Hoy somos invitados a decir, con María, “Hágase en mí”, y buscar esa voluntad que Dios tiene para cada uno, esa puerta que nos pide abrir, y ese camino que nos invita a recorrer.



martes, 24 de marzo de 2020

“Levántate, toma tu camilla y echa a andar” (Juan 5, 1-6)



La primera lectura nos habla de un río que nace del Templo y va saneando e infundiendo vida a su paso.

El Evangelio nos presenta de nuevo la luz de Jesús. Esta vez, en una escena chocante, marcada por confusiones y sinsentidos: cerca del templo, una multitud de enfermos buscaba supersticiosamente la curación en la piscina de Betesda; el discapacitado a quien Jesús se acercó, llevaba postrado toda una vida, sin que nadie lo ayudara; y ni siquiera conocía a Jesús; los judíos interpretaban la ley de manera que tropezaban con minucias en lugar de ayudar …

Y Jesús pasa ofreciendo vida. Él es nuevo Templo, y el agua que cura. Él trae la nueva Ley: se acerca al discapacitado, lo sana, le devuelve la capacidad de hacerse cargo de su vida, y quiere sanar también su espíritu, previniéndole para que evite el pecado (y el pecado es, precisamente, lo que incapacita, enferma y aísla a las personas).

Y nos invita a dejarnos alcanzar por Él, para echar a andar. Para ir, como Él, haciendo el bien. 




lunes, 23 de marzo de 2020

“Creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino” (Jn 4, 43-54)



Una parte de la realidad depende de nosotros. Hay cosas que sólo llegan a existir si creemos en ellas: la fe, el amor, la colaboración entre las personas… Y son una parte fundamental de nuestras vidas.  

Así es con las cosas de Dios, porque su relación con nosotros es personal. Por eso, hoy el Evangelio nos deja la imagen de ese padre angustiado por su hijo moribundo, que se fía de la palabra de Jesús y se pone en camino (una jornada de marcha, unos 35 Km separan Cafarnaúm de Caná: es un largo camino un padre que ha dejado a su hijo muriéndose, y sólo tiene una palabra de Jesús). Ese camino llevará a otro gozoso, el de la curación y la fe para toda la familia.

Muchos necesitan “ver para creer”. Es necesario creer para ver. Creer en el Evangelio para ponerlo por obra y descubrir que es Palabra de Vida. Creer en el amor de Dios y abrirle el corazón, vivir desde el amor, y llegar a comprobar que es el amor el que sostiene y construye.

Esto también tiene una lectura para nuestros días. Muchos afirman que esta crisis nos hará mejores. Eso no se realizará automáticamente, dependerá de las actitudes que cultivemos.



domingo, 22 de marzo de 2020

Cristo luz del mundo (Juan, 9)



“¿Es que también nosotros somos ciegos?” Esta perturbadora pregunta, al final del Evangelio, nos invita a leerlo con ojos nuevos.

Podemos, entonces, descubrir que habla de muchos ciegos: los que, ante un problema buscan culpables en lugar de preguntarse qué pueden hacer; la sociedad que no ve (y por eso no reconoce) a los pobres; los que, aferrados a una ideología, no ven los signos y no reconocen el bien que está creciendo… 

El Evangelio habla de ti y de mí, nos invita a reconocer nuestra realidad, ponerla humildemente ante Jesús, y dejar que toque nuestros ojos y los abra, cada vez más, a su luz, su alegría, su paz. 

Que sea la luz (Hillsong)


Christe, luxmundi (Taizé) (Cristo, luz del mundo, quien te siga, tendrá la luz de la vida)



sábado, 21 de marzo de 2020

Ordenación de diáconos. Día del Seminario




Mañana domingo 22 de marzo, a las 17 h., tres seminaristas de nuestra Archidiócesis de Zaragoza, Galo Pedro, Jesús y Enrique, serán ordenados diáconos, en una celebración privada en Zaragoza, que podremos seguir por el canal Youtube de la Archidiócesis de Zaragoza. Nos unimos a ellos en la oración, pidiendo que Dios bendiga sus vidas, y el ministerio que reciben.Rodrigo e Ibán, de la diócesis de Tarazona, serán ordenados allí el domingo 29.

Por otra parte, la  Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios ha decidido aplazar la celebración de el Día del Seminario, que teníamos prevista para este domingo, al domingo 3 de mayo de 2020, 4º Domingo de Pascua, celebración del Buen Pastor, que coincidirá con la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.

El lema de este año es “Pastores misioneros”. Recoge un elemento importante del sacerdocio ministerial. Los sacerdotes, en cuanto que participan del sacerdocio de Cristo Cabeza, Pastor, Esposo y Siervo (Pastores Dabo Vobis, n. 15), son llamados en verdad «pastores de la Iglesia»; y en cuanto enviados por Cristo, con los Apóstoles (Mt 28, 19ss), son esencialmente misioneros dentro de una Iglesia toda ella misionera”.


Canal Youtube de la Archidiócesis de Zaragoza 

Vídeo vocacional



La vacuna reside en el corazón de cada uno


Unas reflexiones del P. Miguel Márquez, superior de los Carmelitas Descalzos de la Provincia Ibérica

El fariseo y el publicano (Lucas 18, 9-14)


Acostumbramos a identificar el fariseísmo con la hipocresía, aunque muchos fariseos eran sinceros. La parábola de hoy nos habla de otra tentación, tal vez más cercana aún a nosotros: la de pretender justificarnos por lo que hacemos. (De ahí a juzgar a los otros, queda un paso). Y no sólo por las normas que cumplimos, sino por las cosas que hacemos bien. Por supuesto, bueno es hacer el bien, y, si lo pensamos, todo el bien que podamos hacer es poco, comparado con lo que hemos recibido. Pero no es eso lo que nos justifica.

Sólo el amor justifica. Y el amor misericordioso de Dios es el que verdaderamente justifica nuestra vida, el que potencia cuanto hacemos de bueno, acoge nuestros mejores deseos, sana nuestras heridas, repara nuestros errores.


Lecturas: https://www.misadecadadia.es/read.html

Salve a la Virgen María



Hoy, como cada sábado, las monjas carmelitas descalzas, el Carmelo seglar, los frailes carmelitas descalzos de todo el mundo no dejamos de cantar la Salve a la Virgen de Carmen...madre, hermana, amiga, compañera de camino...Feliz dia

viernes, 20 de marzo de 2020

Cuaresma y Pascua online para jóvenes


Un grupo de jóvenes del Carmelo proponen una forma diferente de vivir la Cuaresma y la Pascua. Comenzamos a transmitir una serie de vídeos, para ayudar a ello. Quien lo desee, también podrá participar en grupos de reflexión online, en Semana Santa,

Aquí va el primer vídeo:

Festival de música católica, a las 20h., todos los días


  


Indulgencia plenaria para los enfermos por el Coronavirus, quienes los cuidan, y los fieles que a través de la oración se unan a la lucha contra la epidemia.


Decreto de la Penitenciaría Apostólica relativo a la concesión de indulgencias especiales a los fieles en la actual situación de pandemia, 20.03.2020

Se concede el don de Indulgencias especiales a los fieles que sufren la enfermedad de Covid-19, comúnmente conocida como Coronavirus, así como a los trabajadores de la salud, a los familiares y a todos aquellos que, en cualquier calidad, los cuidan.

“Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración”(Rom 12:12). Las palabras escritas por San Pablo a la Iglesia de Roma resuenan a lo largo de toda la historia de la Iglesia y orientan el juicio de los fieles ante cada sufrimiento, enfermedad y calamidad.

El momento actual que atraviesa la humanidad entera, amenazada por una enfermedad invisible e insidiosa, que desde hace tiempo ha entrado con prepotencia a formar parte de la vida de todos, está jalonado día tras día por angustiosos temores, nuevas incertidumbres y, sobre todo, por un sufrimiento físico y moral generalizado.

La Iglesia, siguiendo el ejemplo de su Divino Maestro, siempre se ha preocupado de cuidar a los enfermos. Como indicaba San Juan Pablo II, el valor del sufrimiento humano es doble: " Sobrenatural y a la vez humano. Es sobrenatural, porque se arraiga en el misterio divino de la redención del mundo, y es también profundamente humano, porque en él el hombre se encuentra a sí mismo, su propia humanidad, su propia dignidad y su propia misión." (Carta Apostólica Salvifici Doloris, 31).

También el Papa Francisco, en estos últimos días, ha manifestado su cercanía paternal y ha renovado su invitación a rezar incesantemente por los enfermos de Coronavirus.

Para que todos los que sufren a causa del Covid-19, precisamente en el misterio de este padecer, puedan redescubrir "el mismo sufrimiento redentor de Cristo" (ibíd., 30), esta Penitenciaría Apostólica, ex auctoritate Summi Pontificis, confiando en la palabra de Cristo Señor y considerando con espíritu de fe la epidemia actualmente en curso, para vivirla con espíritu de conversión personal, concede el don de las Indulgencias de acuerdo con la siguiente disposición.

Se concede la Indulgencia plenaria a los fieles enfermos de Coronavirus, sujetos a cuarentena por orden de la autoridad sanitaria en los hospitales o en sus propias casas si, con espíritu desprendido de cualquier pecado, se unen espiritualmente a través de los medios de comunicación a la celebración de la Santa Misa, al rezo del Santo Rosario, a la práctica piadosa del Vía Crucis u otras formas de devoción, o si al menos rezan el Credo, el Padrenuestro y una piadosa invocación a la Santísima Virgen María, ofreciendo esta prueba con espíritu de fe en Dios y de caridad hacia los hermanos, con la voluntad de cumplir las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre), apenas les sea posible.

Los agentes sanitarios, los familiares y todos aquellos que, siguiendo el ejemplo del Buen Samaritano, exponiéndose al riesgo de contagio, cuidan de los enfermos de Coronavirus según las palabras del divino Redentor: "Nadie tiene mayor amor que éste: dar la vida por sus amigos" (Jn 15,13), obtendrán el mismo don de la Indulgencia Plenaria en las mismas condiciones.

Esta Penitenciaría Apostólica, además, concede de buen grado, en las mismas condiciones, la Indulgencia Plenaria con ocasión de la actual epidemia mundial, también a aquellos fieles que ofrezcan la visita al Santísimo Sacramento, o la Adoración Eucarística, o la lectura de la Sagrada Escritura durante al menos media hora, o el rezo del Santo Rosario, o el ejercicio piadoso del Vía Crucis, o el rezo de la corona de la Divina Misericordia, para implorar a Dios Todopoderoso el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor ha llamado a sí.

La Iglesia reza por los que estén imposibilitado de recibir el sacramento de la Unción de los enfermos y el Viático, encomendando a todos y cada uno de ellos a la Divina Misericordia en virtud de la comunión de los santos y concede a los fieles la Indulgencia plenaria en punto de muerte siempre que estén debidamente dispuestos y hayan rezado durante su vida algunas oraciones (en este caso la Iglesia suple a las tres condiciones habituales requeridas). Para obtener esta indulgencia se recomienda el uso del crucifijo o de la cruz (cf. Enchiridion indulgentiarum, n.12).

Que la Santísima Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, Salud de los Enfermos y Auxilio de los Cristianos, Abogada nuestra, socorra a la humanidad doliente, ahuyentando de nosotros el mal de esta pandemia y obteniendo todo bien necesario para nuestra salvación y santificación.

El presente decreto es válido independientemente de cualquier disposición en contrario.

Dado en Roma, desde la sede de la Penitenciaría Apostólica, el 19 de marzo de 2020.

Mauro. Card. Piacenza
Penitenciario Mayor

Krzysztof Nykiel
Regente

Amarás a Yahveh con todo tu corazón, amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mc 12, 28b-34)



Es conocido este Evangelio, que resume todos los mandamientos en el amor a Dios y el amor al prójimo.

No se trata de un mandamiento “para cumplir”, sino de una forma de vivir. Amar a Dios con todo el corazón significa que ese amor ilumine también nuestras sombras, nuestros dolores, nuestros sentimientos negativos y debilidades, ilumine nuestros amores y nuestras dificultades para amar… Y esto es posible porque el amor consiste en que Él nos ha amado primero (1 Jn 4,19), Él siempre ama primero, y nos invita a apoyarnos en Él, a aprender a amar de Él y desde Él. Así aprendemos a amar a los demás, y a querernos y vivir en paz con nosotros mismos


Solas estas dos cosas nos pide el Señor: amor de su Majestad y del prójimo es en lo que hemos de trabajar; guardándolas con perfección, hacemos su voluntad, y así estaremos unidos con Él (…) La más cierta señal que -a mi parecer- hay de si guardamos estas dos cosas, es guardando bien la del amor del prójimo. Y estad ciertas que, mientras más en éste os viereis avanzadas, más lo estáis en el amor de Dios; porque es tan grande el que su Majestad nos tiene que, en pago del que tenemos al prójimo, hará que crezca el que tenemos a su Majestad por mil maneras; en esto yo no puedo dudar.

Teresa de Jesús, Moradas V, 3, 1



Sólo el amor (José Martí - Silvio Rodríguez) 

jueves, 19 de marzo de 2020

San José, patrono de la familia y de la Iglesia

Hoy miramos a José, patrono de la familia, y de la Iglesia universal.


Santa Teresa lo propone como maestro de oración. Porque es un hombre que sabe escuchar y poner por obra la inspiración de Dios. Junto a Jesús que es la Palabra, José es el silencio que acoge y la acción decidida cuando hace falta.
En nuestro tiempo, adicto a los protagonismos, José es una imagen contracultural, alguien que vivió la plenitud sin buscar el “primer plano de cámara”, buscando, más bien, el lugar desde donde se cuida y sirve a los cercanos. José nos invita a dejar a Dios ser protagonista de nuestra historia, para descubrir cómo esa historia se vuelve fecunda y hermosa.    

Querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud; porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan. Paréceme ha algunos años que cada año en su día le pido una cosa y siempre la veo cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío (…)
En especial personas de oración siempre le habían de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no le den gracias a san José por lo bien que les ayudó en ellos. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro y no errará en el camino
Teresa de Jesús, Vida, 6,7


miércoles, 18 de marzo de 2020

Las diócesis aragonesas ponen en marcha un boletín electrónico para seguir cerca de los fieles


La crisis provocada por la expansión del COVID-19 nos ha obligado a cambiar nuestras vidas. Pero, como toda crisis, es tiempo de oportunidad: retomar el hábito de la lectura, buscar gestos de ternura, escuchar a nuestros seres queridos, compartir tiempo con la familia, orar, reencontrarse con Dios…

Las diócesis aragonesas, a través de sus delegaciones de Medios y OFICIA, van a seguir cerca de las comunidades parroquiales y de vida consagrada con noticias actualizadas, recomendaciones para estos días e historias esperanzadoras. Para ello, el boletín Iglesia en Aragón tiene ahora una edición electrónica, a la que se puede acceder en este enlace.


Incluimos también el enlace de Iglesia en Aragón en la web parroquial

Dar plenitud a la Ley y los Profetas (Mt 5, 17-19)


La Ley y los Profetas es la expresión que, en el mundo de Jesús significa el conjunto de Biblia, de la Revelación de Dios, que es guía y sabiduría para la vida.
Jesús es la plenitud de la Revelación de Dios. Él nos enseña la plenitud de la Ley.

Esta plenitud no consiste en cumplimientos (más o menos minuciosos) de unas normas impuestas desde fuera. Consiste en comprender y practicar, desde el corazón, el sentido de esa Palabra de vida que nos enseña a vivir y a amar sanamente. Así, en los capítulos 5 al 7 del Evangelio de San Mateo, Jesús nos habla de practicar con radicalidad (es decir, desde el corazón, donde está la raíz de nuestros actos) algunas de las actitudes a las que la ley se refiere: prescindir de toda violencia, respetar, amar con fidelidad y constancia, ser sinceros, hacer universal nuestra generosidad y capacidad de amar…

En último término, es Jesús mismo, con su vida y comportamiento, nuestra referencia para comprender y vivir esa Ley que Dios ha puesto en nuestros corazones (como anunciaba Jeremías, 31,33)

Canto: Tu Palabra, Señor, no muere (Taizé)



martes, 17 de marzo de 2020


"24 horas con la Virgen del Pilar", una iniciativa pionera llena de esperanza


Desde hoy, 17 de marzo, en la página web 24horasconlavirgendelpilar.es, tenemos la posibilidad de ver, durante las 24 horas del día, la Virgen del Pilar en la Santa Capilla. 

Además, podemos seguir en directo la celebración de la Eucaristía en esta Capilla, los domingos y festivos a las 10:00 h., y los demás días a las 9:00 h.

De esta forma, el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez Zamora, anima a los fieles “a vivir su fe en comunión con la Iglesia” e invita a “permanecer cerca de Dios a través de la oración, invocando constantemente la protección de la Santísima Virgen del Pilarque continuará siendo el faro esplendente que conduce Zaragoza y Aragón”.

Como explica la Oficina de Comunicación de la Iglesia en Aragón “los usuarios tienen a su disposición una cámara fija y otra 360º para moverse con libertad dentro de estas imágenes".

Más información en la web Iglesia en la web Iglesia en Aragón

“¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” (Mt 18,33)




Dios, que “hace salir el sol sobre malos y buenos” (Mt 5, 45) ofrece a todos su perdón. De nuestra parte, acoger su perdón, entrar en ese diálogo de gracia y amor al que nos invita, implica entrar en su dinámica, aprender la “gramática” del amor, y uno de sus verbos principales es perdonar. 

El perdón es gesto de amor con el otro, reconstruye la convivencia, y nos libera a nosotros mismos del rencor que roe nuestras entrañas. 

Cuando nos sentimos heridos, es también un camino que hemos de aprender, una gracia que podemos pedir a Dios, que sana los corazones.

No puedo yo creer que alma que tan junto llega de la misma misericordia, adonde conoce la que es y lo mucho que le ha perdonado Dios, deje de perdonar luego con toda facilidad; porque tiene presente el regalo y merced que le ha hecho, adonde vio señales de grande amor”  
Teresa de Jesús, Camino de Perfección, 36,11


Ixcís: "Sólo el amor"

“Señor, enséñame tus caminos” (Salmo 24,4)


  La parábola que hoy escuchamos es considerada el “corazón” del Evangelio de S. Lucas. Y se plantea también en un contexto central. El hech...