Santa Teresa lo
propone como maestro de oración. Porque es un hombre que sabe escuchar y poner
por obra la inspiración de Dios. Junto a Jesús que es la Palabra, José es el
silencio que acoge y la acción decidida cuando hace falta.
En nuestro
tiempo, adicto a los protagonismos, José es una imagen contracultural, alguien
que vivió la plenitud sin buscar el “primer plano de cámara”, buscando, más
bien, el lugar desde donde se cuida y sirve a los cercanos. José nos invita a
dejar a Dios ser protagonista de nuestra historia, para descubrir cómo esa
historia se vuelve fecunda y hermosa.
Querría yo persuadir a
todos fuesen devotos de este glorioso santo, por la gran experiencia que tengo
de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea
devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la
virtud; porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan.
Paréceme ha algunos años que cada año en su día le pido una cosa y siempre la
veo cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío
(…)
En especial personas
de oración siempre le habían de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar
en la Reina de
los ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no le den
gracias a san José por lo bien que les ayudó en ellos. Quien no hallare maestro
que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro y no errará en el
camino
Teresa de Jesús, Vida,
6,7
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