"El que se humilla será enaltecido" (Lc 14, 1.7-14)
Se dice que una característica de nuestro tiempo es el narcisismo, la tendencia a intentar ser "el centro del universo", que lleva a un empobrecimiento de las relaciones humanas, porque los demás son mediatizados, quedan supeditados al propio interés y a la búsqueda de su atención, y así, lleva a la soledad y empobrecimiento de la persona, en lugar de la plenitud que se pretendía. Si es así, el evangelio de hoy es muy actual. Jesús es invitado a comer a casa de un fariseo, un sábado, a la salida de la sinagoga. En esa invitación se mezcla un reconocimiento y quizás de aprecio por parte de quien lo invita (también hubo fariseos que siguieron a Jesús y se convirtieron), con una atención dispuesta a la crítica y la condena ("lo estaban espiando"). Jesús, sin embargo, se comporta con libertad: a pesar de ser sábado, cura a un enfermo de hidropesía (Lc 14, 2-6. El hecho se ha omitido en la lectura de hoy, porque es "otro tema"). También su palabra quiere ser