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Mostrando entradas de agosto, 2022

"El que se humilla será enaltecido" (Lc 14, 1.7-14)

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  Se dice que una característica de nuestro tiempo es el narcisismo, la tendencia a intentar ser "el centro del universo", que lleva a un empobrecimiento de las relaciones humanas, porque los demás son mediatizados, quedan supeditados al propio interés y a la búsqueda de su atención, y así, lleva a la soledad y empobrecimiento de la persona, en lugar de la plenitud que se pretendía. Si es así, el evangelio de hoy es muy actual. Jesús es invitado a comer a casa de un fariseo, un sábado, a la salida de la sinagoga. En esa invitación se mezcla un reconocimiento y quizás de aprecio por parte de quien lo invita (también hubo fariseos que siguieron a Jesús y se convirtieron), con una atención dispuesta a la crítica y la condena  ("lo estaban espiando"). Jesús, sin embargo, se comporta con libertad: a pesar de ser sábado, cura a un enfermo de hidropesía (Lc 14, 2-6. El hecho se ha omitido en la lectura de hoy, porque es "otro tema"). También su palabra quiere ser

"Esforzaos en entrar por la puerta estrecha" (Lc 1, 22-30)

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  El evangelio de hoy se abre con una pregunta sobre la salvación, un tema que hoy no parece importar a la gente. Nuestra sociedad vive absorbida (¿ consumida ?) por lo inmediato, y prefiere mirar para otro lado, esconder la realidad de que nuestra existencia es limitada, y la pregunta por lo que hay después. Sin embargo, se trata del sentido de la vida: no sólo de lo que nos espera cuando nos llegue la muerte, sino también de vivir "con sentido", de vivir verdaderamente, y no sólo ir pasando de unos momentos a otros, metidos en una búsqueda incesante (de bienestar, relaciones sociales, experiencias...) que no termina de llenarnos. La pregunta se planteó de forma general, como " estadística ": "¿ Serán muchos los que se salven ?" Jesús, sin embargo, interpela personalmente: " esforzaos por entrar por la puerta estrecha ". Y a los que se podían sentirse "de los primeros ", seguros por ser del pueblo elegido, o por haber estado cerca de J

"El Poderoso ha hecho obras grandes por mí" (Lc 1, 39-56)

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 En medio del verano, tiempo de plenitud (días de cosecha, con lo que eso significaba para una sociedad que, hasta hace menos de un siglo, vivía al ritmo de la naturaleza y las labores del campo) celebramos la fiesta de la Asunción de María. Una verdad de fe afirmada como dogma en 1950, y asentada desde antiguo en la conciencia del pueblo creyente. Esta fiesta nos invita a la alegría, a la esperanza, a una mirar el mundo y la vida y descubrirlos llenos de la luz de Dios. Contemplamos a María participando plenamente, en cuerpo y alma, de la Resurrección de Cristo. Ella, nuestra madre, llena de felicidad porque ha vivido llena de fe (Lc 1,45), va delante de nosotros, y nos muestra hacia dónde se dirige nuestra vida. Como dice San Pablo, " Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos "  (1 Cor 15,20). Unidos a Él por el bautismo, unidos a Él como seguidores y amigos suyos, participaremos de esa plenitud de vida que nuestras palabras no alcanzan a describir.  María n

"He venido a prender fuego" (Lc 12, 49-53)

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  Poco antes, Pedro preguntaba a Jesús: " Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos? " (Lc 2, 41). Ahora, Jesús habla del alcance que tienen sus palabras para el mundo entero y para sí mismo, de la radicalidad de su mensaje, que viene " a prender fuego a la tierra ", y que para Él ha de significar la angustia de entregar la vida en la cruz (entrega a la que alude al hablar de su bautismo). Puede resultar sorprendente que Jesús diga " ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división " (Lc 12, 51). El, que dice " la paz os dejo, mi paz os doy " (Jn 14, 27) propone el perdón y el amor incluso a los enemigos (Mt 5, 44), y habla de Dios como Padre. Jesús, en este pasaje, utiliza una forma de hablar de su tiempo y su pueblo (que ya aparece también en la vocación de Isaías, Is 6,10). Expresa en forma de finalidad ( "he venido a" ) lo que acontece como resultado de la misión. Es decir: no es la intención de Jesús, ni

"No temas... estad preparados" (Lc 12, 32-48)

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 El Evangelio de hoy enlaza con el del domingo pasado, que nos hablaba de ser ricos "ante Dios". O como quizás diría santa Teresa de Jesús, "ante la Verdad", ser, en verdad, ricos . Frente a la codicia, la tentación de acumular, Jesús nos invita a compartir y poner en juego lo que somos y tenemos, para vivir desde el amor. Pues ese cielo donde se puede guardar un tesoro inagotable y sin riesgo de robo o deterioro, no es un " almacén ", ni propiamente un " lugar " (como decía el Papa Benedicto XVI). Las imágenes que el Nuevo Testamento utiliza (el cielo, el Reino, como también " los bienes de allá arriba " de los que hablaba San Pablo el domingo pasado) nos intentan hablar de algo que no cabe en palabras, y que tiene que ver con participar de la vida de Dios. Por eso el camino pasa por compartir la vida de Jesús: compartir sus actitudes, vivir en comunicación con El. Poner en Él, y en el amor que Él nos enseña, nuestro corazón. Descubrir