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Mostrando entradas de marzo, 2023

"Yo soy la resurrección y la vida" (Jn 11, 3-45)

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  Juan, en su Evangelio, presenta siete signos que van desvelando quién es Jesús y qué significa su Buena Nueva. La resurrección de Lázaro es el último, y enlaza con la Pascua, la propia muerte y resurrección de Jesús.  Juan nos acerca a un Jesús profundamente humano, que se estremece y llora ante la muerte de su amigo y el dolor inconsolable de María y las que lo acompañan. A la vez, Jesús manifiesta que es el Hijo de Dios, capaz de de resucitar a Lázaro. Un Dios que se conmueve con nuestras tragedias. Una compasión que no es sólo sentimiento, sino poder que re-crea la vida. Repetidamente aparece también la frustración, la decepción de Marta y María: " Si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano ". Nos queda perplejidad por la demora de Jesús en llegar a Betania (y  si Jesús se hubiera puesto en camino inmediatamente, también habría llegado dos días después del entierro de Lázaro). Una perplejidad en la que se pueden reflejar muchas de nuestras desilusiones, decepci

"Soy la luz del mundo" (Jn 9, 1-41)

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El pasaje evangélico de hoy es largo, y la liturgia ofrece la posibilidad de recortarlo. Vale la pena, sin embargo, leer entero este capítulo de Juan. Nos ofrece una clave fundamental al final, en la pregunta " ¿también nosotros somos ciegos? " y la respuesta de Jesús. (Por cierto ese " para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, queden ciegos " es lo que experimentó Pablo, cegado por la luz de Jesús, para abrir los ojos desde la fe. Hch 9, 3-18)  Desde esa pregunta y la respuesta de Jesús a quienes no reconocen su ceguera, podemos descubrir que este capítulo habla de muchas cegueras, muchas formas "tuertas" de mirar. Probablemente me puedo reconocer en varias: - Cuando como los discípulos, ante el mal y el problema, busco culpables ( ¿quién pecó, este o sus padres? ) en vez de preguntarme qué puedo hacer (" es para que se manifiesten las obras de Dios. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado

"Señor, dame de esa agua" (Jn 4, 5-42)

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  Este domingo, y los dos que siguen, escucharemos tres capítulos del Evangelio de San Juan, que centraban tres catequesis para los que estaban a punto de ser bautizados. Nos presentan a Cristo como Agua Viva, Luz del Mundo, y Resurrección y Vida. Son textos largos (con frecuencia, en la Misa se escoge una versión más breve, que prescinde de alguna parte) y densos: son muchos los temas y los detalles en los que podemos fijar nuestra atención. Lo importante es que nos lleven a un encuentro personal con Jesús.  Un Jesús al que vemos muy humano: cansado del camino, sediento... Y a la vez, con la capacidad que Dios tiene para saltar fronteras (entre judíos y samaritanos, que estaban enfrentados; entre varones y mujeres...), para superar los conflictos (" Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén "), llevando las cosas a un plano más profundo; para tocar y decir la verdad de la persona (" me ha dicho to

"Este es mi Hijo, el amado.Escuchadlo"

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  El primer domingo, la Cuaresma nos lleva al desierto, para encontrarnos con nuestra realidad, discernir nuestros caminos. En este segundo domingo, nos lleva al monte, lugar del encuentrocon Dios. Nos invita a una experiencia de oración, como la de Pedro, Santiago y Juan que " vieron su gloria " (Lc 9, 32. Una gloria que no es algo "ajeno a este mundo" ni tampoco es el brillo de los "grandes" de este mundo: es el amor de Dios que se manifiesta dando vida, dando la vida y haciéndola crecer).  Mateo señala que esta escena acontece " seis días después " (Mt 17,1) de que Jesús comience a " manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir... ser matado y resucitar " (Mt 16, 21) e indique que " si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga " (Mt 16, 24). El camino de Jesús, para los discípulos, se ha vuelto desconcertante y oscuro. Y en este momento, se manifiesta la luz q