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Mostrando entradas de noviembre, 2022

"Estad en vela" (Mt 24, 37-44)

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  Comenzamos el año litúrgico con el tiempo de Adviento, que nos llama a reavivar nuestra esperanza, a prepararnos a acoger a Dios que viene a nosotros.  Esto, que ya sabemos, es, sin embargo, una llamada a abrirnos a lo que desconocemos. Como también la esperanza es la que nos abre a lo inesperado, a lo sorprendente, a aquel que trae novedad radical a nuestras vidas, y a la vez se acerca a nosotros en lo cotidiano y sencillo.  Hoy se nos invita a reflexionar sobre las distintas facetas de la esperanza. Una manera de hacerlo puede ser mirarlo "por el envés": revisar las formas de desesperanza que nos tientan. San Pablo (Rom 14, 11) nos llama a despertarnos del sueño, y el evangelio alude a la inconsciencia en que podemos vivir, y que queda de manifiesto cada vez que nos sorprende una crisis, y nos desconcierta incluso en su forma de alcanzar a unos u otros. Puede ser bueno preguntarnos por nuestros cansancios, por nuestros desánimos y desencantos (y a veces podemos estar &quo

"Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino" (Lc 23, 35-43)

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  En esta fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, contemplamos a Jesús en la cruz, convertido en objeto de escarmiento y burla. El cartel sobre la cruz anunciaba el motivo de la condena (y a la vez, su falsedad e injusticia: Jesús siempre rechazó los intentos judíos de proclamarlo rey, y ante Pilato afirmó que su reino no es de este mundo) y también era una especie de aviso para quien se levantara contra el poder romano (por eso, la protesta de los sumos sacerdotes, Jn 19, 21-22). Sus adversarios, ante todo el pueblo (Lc 23,35: " Estaba el pueblo mirando ") se regodean del fracaso de Jesús, burlándose de su desvalimiento.  El relato vuelve, una y otra vez, sobre el título de Jesús como rey y Mesías (ungido de Dios), y sobre la salvación. Resuena también, de fondo, una de las tentaciones que Jesús ya enfrentó en el desierto, la del Mesías del éxito, sin tropiezo ni fracaso (Lc 4, 9-13).  El relato nos invita a un camino de acercamiento a la verdad de este Cristo en la cruz. Lo

"Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas" (Lc 21, 5-19)

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El templo de Jerusalén era el centro de la nación judía a todos los niveles (no sólo religioso, también político e incluso económico), y su señal de identidad. En el Evangelio que hoy escuchamos, Jesús nos advierte de la caducidad de toda institución humana. También de las vicisitudes que podemos encontrar a lo largo de la historia: guerras, catástrofes, epidemias... Y de las dificultades que podemos encontrar, como seguidores de Jesús. Las primeras comunidades cristianas vieron mucho de esto: desde la destrucción del templo de Jerusalén a las persecuciones.  El mensaje que nos deja, sin embargo, no es de alarma. De hecho, advierte también contra la tentación de dejarse llevar por anuncios apocalípticos. En esa misma línea, Pablo (a algunos cristianos de Tesalónica que consideraban sin sentido seguir trabajando en un mundo que creían próximo a su fin), les llama a mantener la labor cotidiana.  En medio de un mundo cambiante, a veces hostil, Jesús nos llama a poner la confianza en Él, q

"No es Dios de muertos, sino de vivos" (Lc 20, 27-38)

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  En este tiempo de otoño (en una época, por estas fechas tenía lugar el final del año), y en este fin del año litúrgico, la liturgia nos invita a pensar en " preguntas últimas ". Hoy, el Evangelio nos habla de la Resurrección. Los saduceos, uno de los grupos influyentes en tiempo de Jesús, leían y comprendían la Escritura de manera bastante restringida, y negaban la Resurrección. Se presentan ante Jesús con una argumentación que pretende ser ingeniosa, porque intenta mostrar la Resurrección como algo absurdo, proponiendo un caso que se basaría en la misma Escritura, pues la propia Ley mandaba que si moría un hombre casado sin hijos, el hermano se casara con la viuda para ampararla y dar descendencia a su hermano. Pero están proyectando sobre aquello que está " más allá ", todos sus estereotipos de " más acá ". Entre ellos, por cierto, la visión de la esposa como " posesión " del marido (y frente a ello, Jesús también alude a unas relaciones nuev

¡Bienaventurados! (Mt 5, 1-12)

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Las celebraciones de Halloween, en estos días, tienen una curiosa mezcla de diversión y tristeza. Por un lado, expresan esa maravillosa capacidad lúdica del ser humano. Maravillosa, porque ese humor que convierte todo en objeto de fiesta, es también una expresión de una esperanza escondida en lo más hondo de nuestro corazón, una capacidad de mirar las cosas de otra manera, de encontrar siempre una salida. Por otro lado, reflejan la oscuridad de la mirada pagana, que más allá de esta vida sólo ve sombras tenebrosas, amenaza, horror.  Son notorias las dificultades de nuestra cultura para integrar la muerte en su comprensión de la vida. Se rehúye, se esconde... y precisamente, esa dificultad para asumir nuestra fragilidad, nuestro ser mortales, incapacita para comprender sanamente la vida, para vivirla cuando se encuentra con el sufrimiento o las dificultades.  Las celebraciones cristianas de estos días, con su sobriedad, nos ofrecen otra forma de mirar, serena y esperanzada. Y que conect