La lectura de
Jeremías (Jer 11, 18-20) y el salmo 7 nos invitan a mirar a Jesús, como el
hombre justo perseguido, mientras el Evangelio nos muestra el ambiente de
confusión en torno a Jesús, y la trama de las autoridades religiosas de Israel,
que va cerrando el cerco sobre él, con una actitud altiva, cerrada, y
justificada por apenas un prejuicio (“de Galilea no salen profetas”).
Y Jesús sigue su
camino. Su imagen tiene la hermosura trágica de quien, por su fidelidad, se
enfrenta a la muerte. Y su confianza en el Padre va más allá de la tragedia, anuncia
la Vida Nueva, que también es libertad y amor.
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