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Mostrando entradas de septiembre, 2022

"Busca la justicia, la piedad, la fe, el amor" (1 Tm 6,11; Lc 16, 19-31)

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 El domingo pasado, escuchábamos a Jesús decir que "no se puede servir a Dios y al dinero" (Lc 16, 13). Los fariseos que le oían se burlaron de él. Jesús responde con la parábola del rico y Lázaro. En el pueblo judío, la riqueza se consideraba signo de la bendición de Dios (así lo encontramos en algunos textos del Nuevo Testamento). Hoy vuelven algunas "teologías de la prosperidad" que intentan conciliar el culto a Dios y al dinero. Y cuando así se hace, el dios al que verdaderamente se sirve es al dinero, que en nuestra cultura es símbolo del éxito. Las primeras líneas de la parábola de hoy podrían retratar el sueño de muchos, publicitado en medios de comunicación: una vida de lujo y placer sin preocupaciones.  Pero es una vida vacía. Vacía, porque se desentiende del pobre que tiene a la puerta. De hecho, aquel rico, ni siquiera tiene nombre (al revés de lo que pasa en nuestro mundo, donde los ricos son famosos y los pobres se vuelven invisibles). Y esa vida autosu

"No podéis servir a Dios y al dinero" (Lc 16, 1-13)

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La parábola que hoy escuchamos resulta desconcertante. Jesús nos invita, con frecuencia, a romper nuestros esquemas, a enfocar la vida con nuevas perspectivas, a mirar de otra manera. Podemos encontrar un ejemplo y una enseñanza donde menos lo esperaríamos.  Conviene aclarar que lo que Jesús alaba, en aquel administrador, no es la injusticia, sino la inteligencia de aquel administrador, su ingenio para encontrar una solución.  Los estudiosos de la Biblia proponen varias pistas para comprender esta parábola. Tal vez, la rebaja que el administrador hace en los recibos de su amo, era su comisión.  Sorprende, especialmente, que sea el propio amo quien felicite a ese administrador calificado de injusto, que, por cierto, no se ha enriquecido personalmente, sino que ha rebajado deudas y empleado la riqueza para " hacer amigos ". En este punto, resulta interesante saber que la palabra que Jesús usa para llamar al amo ( kýrios, "Señor" ), puede estar aludiendo a otro Señor:

"Para que el mundo se salve por Él" (Jn 3, 13-17)

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  La Cruz. Sólo eran dos palos para atormentar al hombre, para plantar la muerte, para imponer el poder. Hasta el día que aquí se cruzaron el cielo y la tierra, los caminos de los hombres y el amor de Dios, las heridas de nuestro mundo y la fidelidad del Hijo. Y la sed de vida y esperanza encontró aquí una fuente.   Desde tu cruz se ha derramado tu vida, Jesús, agua fresca para nosotros. Y aquí volvemos, una vez más para beber en la sabiduría de la cruz, para aprender contigo la confianza y la entrega que hacen florecer la vida. ( Y decía: “Jesús, acuérdate de mi cuando vengas con tu Reino”. Lc 23, 42)

Dulce Nombre de María

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  Decir tu nombre, María, es decir que la Pobreza compra los ojos de Dios. Decir tu nombre, María, es decir que la Promesa sabe a leche de mujer. Decir tu nombre, María, es decir que nuestra carne viste el silencio del Verbo. Decir tu nombre, María, es decir que el Reino viene caminando con la Historia. Decir tu nombre, María, es decir junto a la Cruz y en las llamas del Espíritu. Decir tu nombre, María, es decir que todo nombre puede estar lleno de Gracia. Decir tu nombre, María, es decir que toda muerte puede ser también Su Pascua. Decir tu nombre, María, es decirte Toda Suya, Causa de Nuestra Alegría.                                     Pedro Casaldáliga

"Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores" (1 Tim 1, 15; Lc 15, 1-32)

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  El evangelio del Domingo pasado hablaba de la radicalidad que implica seguir a Jesús. Esta radicalidad, sin embargo, se funda en una experiencia de misericordia, de amor entrañable que acoge a cada persona, con su debilidad. Más aún, que la busca incansablemente, como la mujer que pone "patas arriba" toda la casa, hasta que da con aquella moneda perdida, o el pastor que deja 99 ovejas en el desierto para irse a buscar la perdida.  Jesús escandaliza a las personas religiosas de su tiempo, porque " acoge a los pecadores y come con ellos " (Lc 15, 2). Aun a cosa del rechazo de los suyos, y aunque le cueste la muerte, Jesús muestra, sin regaetos, esa misericordia del Padre que salta sobre los límites de la ley (curar en sábado...) y los exclusivismos de los judíos. Y ante las críticas, intenta, con estas parábolas que escuchamos, dar a comprender cómo es el corazón del Padre.  Podemos profundizar en estas parábolas a partir de diferentes detalles y perspectivas. Una e

"Ser discípulo" (Lc 14, 25-33)

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Una multitud sigue a Jesús. Él, sin embargo, llama a recapacitar, y tomar conciencia de lo que significa  ser su discípulo, seguir su camino. Sus palabras son radicales: todo aquello que para un judío era importante, debe ser pospuesto: las riquezas (consideradas tradicionalmente como signo de la bendición de Dios), la familia e incluso uno mismo. Más aún: quien quiera seguir a Jesús, ha de estar dispuesto al fracaso: la cruz era la condena a muerte más infame, considerada por los judíos como maldición. De hecho, Jesús ha hecho todo esto: ha dejado su familia, para crear una nueva familia (" mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen " Lc 8, 19-21), ha puesto todo lo que tiene y su vida al servicio del Reino (" el Hijo del hombre no tiene donde reclniar la cabeza " Lc 9,58) y va camino de la cruz.  Como apunta el libro de la sabiduría (Sab 9, 13-19), necesitamos que Dios mismo nos dé su espíritu y sabiduría, para comprender su cami