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Mostrando entradas de febrero, 2023

"Conducido por el Espíritu al desierto"(Mt 4, 1-11)

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Comenzamos la Cuaresma, camino hacia la Pascua. Como a Israel, este camino nos lleva, en este primer domingo, al desierto. Nos invita al encuentro con nosotros mismos, “ en una soledad sin caminos ”, sin carriles prefijados; para que busquemos orientación, para que tracemos nuestro rumbo. Como hizo también Jesús, al comienzo de su misión. Jesús enfrenta en el desierto sus tentaciones, que irán apareciendo a lo largo de su vida. Y que están conectadas con las tentaciones originarias del ser humano, presentadas en el relato del Génesis, lleno de simbolismo. Podemos centrar nuestra atención en muchos detalles y alusiones, que ofrecen pistas para reflexionar: la seducción del mal que sutilmente embauca; el hecho de que promete lo más apetecible, y lleva a la desnudez, a la indignidad (y a un nuevo error, que es esconderse de Dios)… Y aquella palabra de la serpiente: “ Seréis como Dios ”, engañosa, porque... ¿qué sabemos, realmente, de cómo es Dios? Las tentaciones de Jesús tienen que ver,

"Amad a vuestros enemigos... sed perfectos como vuestro Padre del cielo" (Mt 5, 38-48)

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Seguimos escuchando el Sermón de la montaña, en el que Mateo ha reunido el núcleo central de las enseñanzas de Jesús. Y hoy encontramos una palabra de Jesús exigente: " amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen ". Es también uno de los mensajes más específicos y originales del cristianismo. Las lecturas nos ayudan a situar esta palabra de Jesús, que se enmarca en la vocación del pueblo de Dios: " Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo " (Levítico, 19,1). Y que, a la vez, lleva a plenitud (y completa, corrige) aquella Ley que Dios dio a su pueblo a través de Moisés. Es una sabiduría que no es de este mundo, y que ante el mundo puede parecer necedad.  Las expresiones que Jesús usa para superar la ley del Talión nos resultan chocantes. Parece que en su contexto tenían significados precisos (por ejemplo, un soldado romano, cuando lo trasladaban, podía exigir a cualquiera que cargara con su equipaje, pero una sola milla. Lo que sugier

"Para dar plenitud" (Mt 5,17-37)

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  Con frecuencia, Jesús se enfrenta con los fariseos y doctores de la Ley: para curar en sábado, salvar a una mujer condenada a muerte por adulterio... hoy escuchamos el sentido de todo esto, que no es una "rebaja" de las exigencias de la Ley, sino, precisamente, su realización plena, según el corazón de Dios, ese corazón que " el Hijo Único, que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer " (Jn 1, 18). Y así, escuchamos hoy una palabra radical: " si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos ". Una palabra que inquieta, pues los escribas eran los doctores de la ley, y los fariseos se distinguían de los demás por el cumplimiento minucioso de sus preceptos.  Jesús nos invita, precisamente (¡para ello dará su vida!), a "entrar" en ese reino, que es una nueva vida según el corazón del Padre. A entrar en una forma diferente de relacionarnos con Él, no basada en la aparente seguridad

"Vosotros sois la sal de la tierra" (Mt 5, 13-16)

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La sal, en la antigüedad, era símbolo de permanencia, porque conserva los alimentos sin corromperse. En Oriente antiguo el " pacto de sal " tenía garantía de fidelidad y de cumplimiento. A ello hace referencia Jesús al decir " vosotros sois la sal de la tierra ". En un mundo donde todo tiene la tentación de corromperse, se nos llama a vivir la integridad, la fidelidad.  Cada domingo (y cada día) en la Eucaristía, hacemos memoria de una " Alianza nueva y eterna" : Dios se ha encontrado con la humanidad haciéndose hombre; Jesucristo ha entregado su vida por nosotros para hacernos hijos de Dios, para que vivamos como tales. Como la sal, nosotros, los discípulos de Jesús, somos signo y testimonio de ese pacto.  El Evangelio nos advierte, también, de que la sal puede " volverse sosa ". Parece ser que, antiguamente, por la forma en que se distribuía y guardaba (sal sin refinar, en sacos de varios kilos, guardados en recipientes de piedra), con frecuenc