La primera
lectura nos habla de un río que nace del Templo y va saneando e infundiendo
vida a su paso.
El Evangelio nos presenta
de nuevo la luz de Jesús. Esta vez, en una escena chocante, marcada por confusiones
y sinsentidos: cerca del templo, una multitud de enfermos buscaba
supersticiosamente la curación en la piscina de Betesda; el discapacitado a
quien Jesús se acercó, llevaba postrado toda una vida, sin que nadie lo ayudara;
y ni siquiera conocía a Jesús; los judíos interpretaban la ley de manera que
tropezaban con minucias en lugar de ayudar …
Y Jesús pasa
ofreciendo vida. Él es nuevo Templo, y el agua que cura. Él trae la nueva Ley: se
acerca al discapacitado, lo sana, le devuelve la capacidad de hacerse cargo de su vida,
y quiere sanar también su espíritu, previniéndole para que evite el pecado (y
el pecado es, precisamente, lo que incapacita, enferma y aísla a las personas).
Y nos invita a dejarnos alcanzar por Él, para echar a andar. Para ir, como Él, haciendo el bien.
Lecturas del día:
https://evangeliodeldia.org/SP/gospel
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