"... que cargue con su cruz y me siga" (Mt 16, 21-27)
En un momento, la roca llamada a ser fundamento de la Iglesia (Mt 16, 18), se convierte en piedra de tropiezo, en tentador. Pedro (¿y quién no?) quiere seguir a Jesús "a su manera", y compaginar la misión con el éxito. Jesús reacciona sin contemplaciones ante ese intento de manipularlo: " ¡quítate de delante! " El discípulo no está para ir delante, marcando el camino, sino para seguir a Jesús, y dejarse enseñar. El Evangelio del domingo pasado nos invitaba a preguntarnos quién es Jesús en nuestras vidas. El de hoy nos invita a preguntarnos sobre nuestra disposición para seguirlo: para dejarnos conducir por Dios, y no intentar traerlo a nuestros intereses. Para buscar al Dios de los bienes, y no los bienes de Dios. Para seguir a Jesús con realismo, asumiendo las dificultades del camino. La propuesta de Jesús exigente. También es portadora de esperanza: nuestras cruces (sufrimientos, dificultades, fracasos...), no las llevamos solos, sino acompañados y guiados por