Dios, que “hace salir el sol sobre malos y buenos” (Mt 5,
45) ofrece a todos su perdón. De nuestra parte, acoger su perdón, entrar en ese diálogo de gracia y amor al que nos invita, implica entrar en su dinámica, aprender
la “gramática” del amor, y uno de sus verbos principales es perdonar.
El perdón
es gesto de amor con el otro, reconstruye la convivencia, y nos libera a nosotros
mismos del rencor que roe nuestras entrañas.
Cuando nos sentimos heridos, es también
un camino que hemos de aprender, una gracia que podemos pedir a Dios, que sana
los corazones.
“No puedo yo creer que alma que tan junto llega de la misma misericordia,
adonde conoce la que es y lo mucho que le ha perdonado Dios, deje de perdonar
luego con toda facilidad; porque tiene presente el regalo y merced que le ha
hecho, adonde vio señales de grande amor”
Teresa de
Jesús, Camino de Perfección, 36,11
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