sábado, 26 de noviembre de 2022

"Estad en vela" (Mt 24, 37-44)

 

Comenzamos el año litúrgico con el tiempo de Adviento, que nos llama a reavivar nuestra esperanza, a prepararnos a acoger a Dios que viene a nosotros. 

Esto, que ya sabemos, es, sin embargo, una llamada a abrirnos a lo que desconocemos. Como también la esperanza es la que nos abre a lo inesperado, a lo sorprendente, a aquel que trae novedad radical a nuestras vidas, y a la vez se acerca a nosotros en lo cotidiano y sencillo. 

Hoy se nos invita a reflexionar sobre las distintas facetas de la esperanza. Una manera de hacerlo puede ser mirarlo "por el envés": revisar las formas de desesperanza que nos tientan. San Pablo (Rom 14, 11) nos llama a despertarnos del sueño, y el evangelio alude a la inconsciencia en que podemos vivir, y que queda de manifiesto cada vez que nos sorprende una crisis, y nos desconcierta incluso en su forma de alcanzar a unos u otros. Puede ser bueno preguntarnos por nuestros cansancios, por nuestros desánimos y desencantos (y a veces podemos estar "de vuelta" de caminos que, en realidad, nunca llegamos a recorrer). Y por nuestros adormecimientos, por aquello que abotarga nuestra atención, nuestra capacidad de respuesta... Vivimos en una sociedad proclive a estas cosas: al desencanto (con frecuencia, coartada de visiones a corto plazo, justificación de mediocridades), al consumismo que rebaja nuestra capacidad de soñar, nuestra creatividad...

Se nos llama a cultivar distintos aspectos de la espera: confiar, porque Dios no deja de venir a nosotros y de acompañarnos; hacer espacio para Él en nuestra vida (haciendo también espacio para los demás, pues la apertura al otro es necesaria para abrirnos a Dios); tomar conciencia de lo que hemos de preparar, de cuidar, y también de arreglar y limpiar en nosotros; cultivar la capacidad de observar con lucidez, y de escuchar, para poder descubrir, a nuestro alrededor, y también en nuestros sueños y anhelos, en nuestro interior, la novedad que Dios hace crecer, los caminos puede abrir, la vida que está haciendo brotar. Vivir en actitud de apertura, conscientes de que necesitamos de Dios y de los demás, para abrir caminos de encuentro.


Lecturas de hoy (www.dominicos.org)


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