domingo, 13 de noviembre de 2022

"Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas" (Lc 21, 5-19)


El templo de Jerusalén era el centro de la nación judía a todos los niveles (no sólo religioso, también político e incluso económico), y su señal de identidad. En el Evangelio que hoy escuchamos, Jesús nos advierte de la caducidad de toda institución humana. También de las vicisitudes que podemos encontrar a lo largo de la historia: guerras, catástrofes, epidemias... Y de las dificultades que podemos encontrar, como seguidores de Jesús. Las primeras comunidades cristianas vieron mucho de esto: desde la destrucción del templo de Jerusalén a las persecuciones. 

El mensaje que nos deja, sin embargo, no es de alarma. De hecho, advierte también contra la tentación de dejarse llevar por anuncios apocalípticos. En esa misma línea, Pablo (a algunos cristianos de Tesalónica que consideraban sin sentido seguir trabajando en un mundo que creían próximo a su fin), les llama a mantener la labor cotidiana. 

En medio de un mundo cambiante, a veces hostil, Jesús nos llama a poner la confianza en Él, que no dejará de asistirnos. A perseverar en nuestro camino cristiano. Una palabra que habla de constancia, de paciencia, de serenidad, de confianza. Su amor y su presencia a nuestro lado, permanece, y nos salva.


Al Señor estaré siempre agradecido,
en el Señor me regocijaré.
Mirad a Dios, no tengáis miedo
Alzad vuestras voces, el Señor está cerca

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