sábado, 8 de agosto de 2020

"Animo, soy Yo. No temáis" (Mt 14, 22-33)

 

El de hoy es un Evangelio para contemplar, dejando que sus imágenes hablen a nuestro corazón.

Nos muestra unos discípulos fáciles de fascinar por lo extraordinario, y con miedo a los fantasmas de la noche. Más tarde, tras la Pascua (Jn 21,7), Pedro ya no pedirá andar sobre el agua sino que, al saber a Jesús en la orilla, simplemente se lanzará al agua, y se aprestará al trabajo de arrastrar a tierra la red. De momento, a esta comunidad entusiasmada porque ha visto a Jesús saciar a la multitud (Mt 14, 15-21), Jesús no le deja instalarse en el éxito, sino que la envía a otra orilla.  

Y se lo manda con urgencia, porque la noche se echa encima. De hecho, los alcanza en plena travesía. Y esa barca navegando contra el viento en medio de la noche, es, tal vez, uno de los mejores retratos de la Iglesia.

Una Iglesia zarandeada por olas y vientos, pero no abandonada. Jesús viene a su encuentro en la madrugada. No se hunde en el abismo del mar, y alza su voz sobre el viento: "ánimo, soy Yo, no temáis". Esa voz que calma las tempestades, vuelve dichosa la noche, y refresca la madrugada.

La escena de Pedro en el lago, por su parte, nos invita a recordar nuestro itinerario personal de fe, que también está hecho de pasos tan osados como andar sobre el agua; y de miedos, y de experiencias de hundimiento... Y, sobre todo, del brazo extendido de Jesús que sostiene y salva. Y que nos invita, a través de todas esas vivencias, a fortalecer la fe. Aprendiendo, como Elías en la primera lectura (1 Re 19,13), a descubrir la voz de Dios en el susurro del silencio. 

Sentarme a tu lado (Brotes de Olivo)

Lecturas de hoy: https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy

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