sábado, 15 de agosto de 2020

"Señor, socórreme" (Mt 15, 21-28)

 


Una vez más, Jesús sana a los que se acercan a él. Esta vez se trata de una extranjera pagana.  Y el evangelio nos transmite, con una dura expresión, la mentalidad de los judíos al respecto: "no está bien echar a los perros el pan de los hijos".
Nos transmite también el dolor de la mujer, que grita pidiendo ayuda a Jesús, y la constancia en su petición a Jesús. 

Jesús escucha la insistencia de esa madre angustiada por su hija, y cambia su postura inicial ("Sólo me han  enviado a las ovejas descarriadas de Israel"), y responde a su petición. 

A veces podemos tener la idea de un Dios inmutable, que tiene sus planes hechos desde siempre. Jesús, sin embargo, nos revela que Dios ha entrado en verdadero diálogo con nosotros. Su plan de salvación es eterno y e irrevocable, pero lo va construyendo, paso a paso, con nosotros. En relación con ese plan están la compasión, la fe, la oración insistente...  Dios escucha verdaderamente.

Al leer este evangelio, recordemos también el Líbano, el lugar donde aconteció esta escena, que hoy sufre una crisis agudizada por las explosiones de hace 12 días. 



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