domingo, 4 de septiembre de 2022

"Ser discípulo" (Lc 14, 25-33)


Una multitud sigue a Jesús. Él, sin embargo, llama a recapacitar, y tomar conciencia de lo que significa  ser su discípulo, seguir su camino. Sus palabras son radicales: todo aquello que para un judío era importante, debe ser pospuesto: las riquezas (consideradas tradicionalmente como signo de la bendición de Dios), la familia e incluso uno mismo. Más aún: quien quiera seguir a Jesús, ha de estar dispuesto al fracaso: la cruz era la condena a muerte más infame, considerada por los judíos como maldición. De hecho, Jesús ha hecho todo esto: ha dejado su familia, para crear una nueva familia ("mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen" Lc 8, 19-21), ha puesto todo lo que tiene y su vida al servicio del Reino ("el Hijo del hombre no tiene donde reclniar la cabeza" Lc 9,58) y va camino de la cruz. 

Como apunta el libro de la sabiduría (Sab 9, 13-19), necesitamos que Dios mismo nos dé su espíritu y sabiduría, para comprender su camino, que supera nuestra mente. Seguir a Jesús implica una opción responsable, consciente de lo que implica construir este camino de seguimiento. Y su raíz y su presupuesto, su fuerza, está en el encuentro con Jesús mismo. Quien lo encuentra "lleno de alegría, vende todo lo que tiene y compra el campo aquél" (Mt 13, 44).

Y es que, desde Jesús, todo aquello que se posponía se reencuentra, como el "ciento por uno" (Mc 10, 28-31; Lc 18, 29-30). Cuando Jesús es el primero, cuando acertamos a poner su persona y su enseñanza en el centro, para que ilumine y oriente todo lo que vivimos, todo encuentra su lugar y crece: el amor a la familia; la propia vida, liberada de soberbias y egoísmos, que encuentra el camino de la plenitud... 

Y también empieza a construirse un mundo nuevo. En la carta de San Pablo a Filemón, por ejemplo, encontramos una invitación a abolir la esclavitud, desde el amor fraterno. La historia que subyace a este pasaje es que Onésimo era un esclavo escapado de Filemón, en la cárcel se encontró con Pablo y se convirtió. Y Pablo escribe a Filemón invitándole a que lo reciba, en adelante, como hermano. 

Seguir a Jesús implica poner toda nuestra vida en juego, a la escucha de su palabra, y apoyados en Él. También en la dificultad. Cuando no cargamos con nuestras cruces (dificultades, sufrimientos, fracasos...) a solas, sino apoyados en Él y aprendiendo de Él, también encontramos otra fuerza y ánimo, y caminos de vida. Como rezamos en el salmo, Él es nuestro refugio, y su misericordia, que acompaña nuestros pasos (y tropiezos) puede saciarnos y llenarnos de alegría. Jesús nos invita a seguirle con radicalidad, desde la raíz de cuanto vivimos. Para que nuestra vida cristiana no quede como una casa a medio construir.

"¿Pensáis, hermanas, que es poco bien procurar este bien de darnos todas al Todo sin hacernos partes? Y pues en él están todos los bienes, como digo, alabémosle mucho, hermanas."
Teresa de Jesús. Camino de Perfección 8, 1



No hay comentarios:

Publicar un comentario

La fiesta de la Ascensión resalta la divinidad de Jesús, manifestada en su Resurrección. Y habla de la forma de estar Jesús ahora con nosotr...