jueves, 14 de abril de 2022

"Los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1-15)

 


Nos disponemos a celebrar el Triduo Pascual: la muerte, sepultura y Resurrección del Señor. El Jueves Santo recoge el sentido de toda esta celebración, que se hace presente en cada Eucaristía. 

Jesús, sabiendo que está a punto de ser arrestado, celebra la Pascua definitiva con sus discípulos. La Pascua (= Paso) comenzó siendo una fiesta de paso del invierno a la primavera. Cuando los hebreos salieron de Egipto, se convirtió en la fiesta del paso de la esclavitud a la libertad, a convertirse en Pueblo de Dios. Ahora, con Jesús, va a ser el paso de la muerte a la vida, con una alianza nueva, y eterna, entre Dios y la humanidad: la que el Hijo de Dios realiza entregando su vida por nosotros, compartiendo nuestra muerte, para que nosotros podamos compartir su Vida. 

En la mesa de la Última Cena, Jesús entrega a los suyos lo que ha sido su vida: su experiencia del amor del Padre, su misericordia por toda la humanidad, su entrega por ese amor, en la que se recogen todos sus hechos y sus palabras. En el pan y el vino, que San Pablo recuerda en la carta a los Corintios (1 Cor 11, 23-26), Jesús pone su persona (su cuerpo) y su vida (su sangre). Y así, por la fuerza del Espíritu Santo, del mismo Espíritu que lo acompañó y que ha transmitido a su Iglesia, en la Eucaristía lo recibimos a Él, recibimos su presencia viva. 

El gesto del lavatorio de los pies expone lo que significa ese amor que mueve a Jesús: capacidad de servicio, humildad, entrega. 

Acogemos estos gestos, que fundan la Iglesia, para vivirlos, para ir aprendiendo a vivir como Jesús, y unidos a Él: "os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis" (Jn 13, 15). O, como recordamos cada día en Misa: "Haced esto en memoria mía". 

Un detalle más llama la atención: la Acción de Gracias que Jesús pronuncia. Era, ciertamente, uno de los ritos de la cena pascual. Pero el hecho de estar recogida en los relatos evangélicos y en el de Pablo indica que está llena de significado. Por un lado, esa acción de gracias era confesión de toda la obra salvadora de Dios, que precisamente se completa en Jesús. Por otra parte, conocemos el contexto, que Juan vuelve a recordar: Jesús sabe lo que viene sobre Él, como sabe también que uno de los suyos lo va a entregar y que los demás van a abandonarlo. Y, en estas circunstancias, Él ama hasta el extremo; y recoge y renueva la Acción de Gracias que expresaba la fe del pueblo de Dios. Tal vez el Evangelio nos invita a asomarnos a la profundidad de la mirada de Jesús: en medio de una trama que está urdida con miserias y debilidades, y que va a llevarlo a la cruz, Él descubre la presencia del Padre ("el que me envió está conmigo, no me ha dejado solo" Jn 8, 29), su amor, que va a salvarnos a todos, a cada uno de nosotros; un amor y una obra salvadora que da sentido a todo ese sufrimiento y redime toda esa pobreza. También nos entrega esto, para que lo vivamos. 


Lecturas de hoy (www.dominicos.org)



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