El IV Domingo de Adviento es el pórtico de la Navidad. Nos
ofrece unas claves para que podamos entrar en ella (no sólo pasar por ella,
sino “entrar”). Y a María, que nos acompaña y guía.
María, la que ha creído, ha sido capaz de abrir su corazón y
poner su confianza en Dios. Y será la primer testigo de cómo Dios cumple sus
promesas: su Palabra es viva y es creadora de vida. Hoy, Lucas pronuncia la
primera bienaventuranza: la de aquellos que, como María, creen.
En el relato, además, apuntan algunas dimensiones la fe:
- la alegría,
contagiosa, que produce el encuentro con Dios;
- el impulso a compartir, a comunicar esa vida recibida.
María, con Cristo en sus entrañas, no se queda ensimismada, sino que se pone en
camino, para llevarlo a los demás. Es imagen de la “Iglesia en salida”, en
camino para servir y comunicar vida, anunciar a Cristo.
- la libertad. Es inaudita, en el contexto judío, la libertad
e iniciativa de María. Expresa la audacia del Espíritu, y el lugar que tiene la
mujer en el Evangelio y ante Dios. Se superan estereotipos, se anuncia una
nueva humanidad.
Vale la pena meditar también la Carta a los Hebreos, que nos
ayuda a comprender el misterio de la Encarnación: Cristo viene al mundo para
vivir haciendo la voluntad del Padre. Esta obediencia no es algo servil,
opresor. Es el diálogo del amor (unión de voluntades), en plenitud. De hecho, haciendo
la voluntad del Padre es como Jesús muestra sr Hijo amado. Esta es la ofrenda
auténtica, que nos transmite la vida de Dios. La que se nos invita a vivir.
Cabe una aclaración sobre lo que significa el cuerpo: la
mentalidad occidental identifica a la persona con el “alma” y ve el cuerpo como
algo “externo”, algo que se “tiene”. En la mente de Jesús y la primera Iglesia
no hay esa separación: somos nuestro cuerpo (aunque no sólo seamos “cuerpo”).
Por eso creemos en la resurrección (no en una mera inmortalidad del alma), y en
la Eucaristía recibimos a Cristo mismo, su Presencia viva (“Esto es mi cuerpo…”)
Creer y confiar en Dios; amar y vivir en actitud de entrega; salir de nosotros mismos para compartir la vida que se nos ha dado. He aquí tres claves para acercarnos al Misterio que vamos a celebrar. Como María, con ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario