domingo, 4 de agosto de 2024

"Señor, danos siempre de este pan" (Jn 6, 24-35)

 

Hoy, vemos en el Evangelio una tensión entre la gente que busca a Jesús, que intuye la Vida que Él ofrece, pero intenta “domesticarlo”, traerlo a su modo de vivir y sus intereses, y Jesús que quiere revelar y entregar Vida, pero en Verdad.

Así, aunque Jesús ha frustrado sus esperanzas de tener un rey, siguen buscándolo.

Y entablan un diálogo difícil. Las preguntas de la gente “se van por las ramas”, por cuestiones colaterales: la curiosidad por cómo llegó al lugar sin tener barca, las obras que hay que hacer, los mediadores y las mediaciones (como Moisés, y el maná). Y Jesús, en cada respuesta, intenta centrarlos en lo fundamental:

- Llama a buscar y esforzarse, sobre todo, “por el alimento que permanece para la vida eterna”.

- Ante la pregunta por las obras (cumplimientos, actividades…) Jesús remite a lo que es previo, a la raíz: creer en Él, aceptarlo como fuente de Vida y Verdad, acoger su propuesta de vida.

- Como Jesús afirma estar marcado con el sello del Padre, ellos preguntan por la señal de ese sello, y recuerdan a Moisés, que les transmitió el maná y la Ley. De fondo está, precisamente, el deseo de quedarse en esa Ley, en cumplimientos externos (por eso Juan anota que han vuelto a cruzar a la orilla judía, a Cafarnaúm, y luego situará la discusión en la sinagoga). Y Jesús señala la verdadera fuente, más allá de Moisés, del maná y la Ley: es Dios quien envió a Moisés y quien ofrece el pan que verdaderamente baja del cielo y da la vida al mundo. Y ese pan es el propio Jesús. Su palabra, sus hechos, su propia persona, se nos ofrecen como verdadero alimento que sacia nuestros anhelos y nutre nuestra vida.

Pablo, en la carta a los Efesios, nos llama a preguntarnos por los criterios con los que vivimos, para no dejarnos seducir por cuestiones insustanciales y deseos que corrompen:

- Es necesario trabajar por el alimento y las demás necesidades cotidianas. Pero, ¿hasta qué punto nos absorben estas cuestiones –para muchos parece que todo es poseer y gozar-, o las situamos como medio para vivir, para compartir, para amar? ¿Hasta qué punto cultivamos el hambre y sed de justicia y de paz, el hambre de Dios, de Vida?

- Tenemos normas y rutinas de actividades que nos ayudan (¡y mucho!) para vivir en concreto nuestros valores. ¿Intentamos también ir a la raíz, al encuentro con Dios?

Pablo nos invita a renovarnos en la mente y el espíritu, para alcanzar la vida que Dios nos está ofreciendo, que él quiere crear en nosotros. Con el Evangelio, hoy podemos orar:  Señor, danos siempre de este pan”.



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