La Palabra, hoy, habla de envío. Dios llama (como a Amós, que tendía "su vida hecha") y envía. Esta vez, el Evangelio apenas entra en el contenido de lo que han de predicar los Doce (la conversión), y subraya su estilo de vida como apóstoles, con algunas notas:
- la comunidad. Los envía "de dos en dos". Su misión no es personalista, sino labor compartida.
- la confianza en la Providencia, y el dejarse acoger. Son apóstoles abiertos a compartir, a recibir, a necesitar de los demás.
- la "autoridad sobre espíritus inmundos", que se manifestará en la capacidad de curar. Comparten la misión de Jesús, que se sanadora y liberadora del mal.
La lectura de la carta a los Efesios (Ef 1, 3-14) nos ofrece el trasfondo de esa llamada: Dios nos eligió en la persona de Cristo para ser sus hijos, santos e irreprochables por el amor, destinatarios de un derroche de gracia, sabiduría y prudencia. Somos llamados a tomar conciencia de esa bendición que hemos recibido, para transmitirla a los demás.
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