domingo, 22 de septiembre de 2024

"Quien quiera ser el primero, sea el servidor" (Mc 9, 30-37)

 



El Evangelio habla hoy a través de contrastes. En primer lugar, contrasta el miedo de los discípulos para preguntar a Jesús, con la dedicación y paciencia (con gestos de ternura, como el abrazo al niño) con la que Él les enseña. Camino de Jerusalén (camino de la cruz) Jesús deja de hablar a las multitudes y se centra en ellos, les habla en la casa (contexto de intimidad), … A estos discípulos que le siguen, pero “no le siguen” (no le entienden, tienen el corazón en otra cosa), Jesús los busca: les pregunta, se interesa por sus discusiones…

Por segunda vez (y aún habrá una tercera) les habla de su camino hacia la cruz y la resurrección, que contrasta con las expectativas de los discípulos. Ellos esperan un Mesías victorioso, y discuten quién es el más importante. Una conversación que (como adelanta Santiago en su carta) lleva a la división.

Ante esa búsqueda de grandezas, Jesús pone en medio a un niño, y lo abraza. En aquella sociedad, los niños eran los últimos, de “rango inferior”. El término con que lo nombrara Marcos, por otra parte, también puede aludir a un criado. Tal vez era el chico que les servía en aquella casa. Al abrazarlo, Jesús se identifica con él. Y une dos dimensiones: el servicio, y la capacidad de acoger a los pequeños, a los vulnerables.

¿Quién es importante para ti? Seguramente no es ninguno de los “importantes” de este mundo (poderosos, famosos, ricos…) sino alguien a quien amas y te ama, alguien con quien te une una relación de “dar vida”. Caer en la cuenta de lo verdaderamente importante, nos libera de enredarnos en las importancias postizas del mundo, que, como denuncia Santiago en su carta, son fuente de envidias, rivalidades, violencias, luchas “y todo tipo de mañas acciones” (St 3,16). Nos guía hacia esa sabiduría “llena de misericordia y buenos frutos”, esa justicia que “se siembra en la paz para los que trabajan por la paz

El gesto y la palabra de Jesús nos muestran el servicio (expresión del amor, la entrega) como “lo primero”. Cuando, cada uno de nosotros y como comunidad, lo llevamos a la práctica, nos identificamos con Jesús, el Primero. Y nos hacemos capaces de acoger a los pequeños. Y al hacerlo, de abrir a Dios nuestro corazón.

También a nosotros nos cuesta entender a Jesús. Comprender, en toda su amplitud, lo que significa su camino de vida nueva, que pasa por la entrega. La resurrección de Jesús habla de la vida más allá de esta vida, y también de “más vida”, de “vida nueva” en esta existencia. Pero este camino pasa también por experiencias de pérdida, de muerte. Cuando la entrega nos es difícil, cuando se nos cruza el sufrimiento, la dificultad, ¿cómo encontrar el camino a esa vida nueva? No nos dé miedo preguntarle a Jesús. Con una nota de fondo, que nos ofrece hoy el Salmo: “el Señor sostiene mi vida”.

"Adonde no hay amor, ponga amor, y sacará amor" 

(S. Juan de la Cruz, carta a María de la Encarnación, 6-VII-1591)

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