domingo, 11 de diciembre de 2022

"¿Eres tú el que ha de venir...?" (Mt 11, 2-11) "El desierto y el yermo se regocijarán..." (Is 35,1-6)

 

En este domingo de Gaudete, las lecturas nos hablan de una alegría misteriosa, que brota insospechadamente, como un desierto que florece.

La esperanza nos abre a la alegría. Una alegría que también viene de más allá de nosotros mismos. Porque esperar es, paradójicamente, abrirse a lo inesperado, a Alguien que siempre es nuevo, que no cabe en nuestros esquemas y en nuestros cálculos.  

En el Evangelio, encontramos a Juan el Bautista, "el mayor entre los nacidos de mujer", el precursor, también desconcertado. Él llamaba a la conversión para preparar el camino al Mesías. Jesús comienza su propia misión con sus mismas palabras: "Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios" (Mt 3,2; Mt 4,17). Sin embargo, no trae el juicio riguroso que Juan anunciaba, sino que se presenta con sencillez y gestos de misericordia. Y Juan, como otros hombres de Dios en la Biblia, no se queda a rumiar consigo mismo sus dudas, sino que las plantea en diálogo con Dios. A través de sus discípulos "abre" un hueco en la cárcel que lo aprisiona, para llegar a Jesús y preguntarle: "¿Eres tú el que ha de venir, o hemos de esperar a otro?"

Y Jesús responde con hechos, porque la Palabra de Dios actúa. Más que proclamarse a sí mismo, lo que hace es transmitir Vida. E invita a leer los signos, que anuncian el cumplimiento de las promesas ("Dichoso el que no se escandalice de mí"). Los ciegos ven, porque Él es la Luz del mundo; los sordos oyen, porque Él es la Palabra; los leprosos quedan limpios, porque Él es la Salud, la Salvación; los muertos resucitan, porque Él es la Vida; los pobres son evangelizados, porque Él es la Verdad. Verdad, por otra parte, que es capaz de acoger el que se acerca con corazón de pobre, sin autosuficiencia, dejándose interpelar.

Mientras se encienden las luces de Navidad en las ciudades y avanzan los preparativos para los festejos, el Adviento nos invita, hoy, a otra fuente de alegría, más profunda, más auténtica. Tal vez nos invita a ponernos ante Jesús y decirle también: "¿Eres tú el que ha de venir...?", hablándole de nuestras dudas y desazones, de nuestros vacíos y dificultades. Y ponernos a la escucha. Tal vez nos invita a descubrir a nuestro alrededor sus signos de vida. 

Tal vez, también, esa palabra "¿Eres tú, o tenemos que esperar a otro?" es una palabra para nosotros, seguidores suyos, incorporados a Cristo por el Bautismo, para participar de su misión. Una pregunta que surge desde personas que, a nuestro alrededor, necesitan un gesto de atención o de cariño, una actitud de escucha, una mano que ayude...



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