domingo, 8 de mayo de 2022

"Escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen" (Jn 10, 27-30)


El Evangelio de hoy recoge, concisamente, nuestra relación con Jesús: "mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna". 

Vale la pena meditar cada una de esas palabras, preguntarnos por cómo vivimos cada una de estas realidades. Cómo escuchamos la voz de Jesús en medio de los ruidos y voces del mundo (que tienden a tapar su voz, a distraer, a aturdir...). Cómo nos conoce (y este conocer es amoroso: decía Saint-Exupéry que "sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos". Y San Juan de la Cruz dice que "el mirar de Dios es amar". Cómo le seguimos (o nos cuesta, a veces, hacerlo...). Cómo Él nos va dando vida eterna, no sólo después de esta vida, sino ya como una profundidad mayor de esa vida...

Las lecturas que hoy acompañan al Evangelio nos ofrecen perspectiva para leerlo. El Apocalipsis habla de los que vienen "de la gran tribulación", de aquéllos que han conocido la persecución. Han vivido la fidelidad a Jesús en medio de la dificultad, el sufrimiento, y así "han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero", en su vida. Conocen hasta dónde puede llegar la confianza en este pastor es también el cordero que se entregó por nosotros en la Pascua, aquél cuya confianza no defrauda. 

En la lectura de los Hechos de los Apóstoles vemos cómo el anuncio del Evangelio rompe con los límites del mundo judío para abrirse al mundo entero. La resolución que contemplamos en Pablo lleva dentro, sin embargo, un desgarro y una perplejidad que el mismo Pablo compartirá, años más tarde, en la carta a los Romanos: "siento una gran tristeza y un dolor incesante en el corazón.. por mis hermanos, los de mi raza, según la carne..." (Rom 9, 1-5), reflexionando sobre el rechazo de Cristo por los judíos, que ha sido ocasión para que el Evangelio llegue al mundo. Vemos a Pablo seguir a Jesús por caminos que para él resultan desconcertantes, pero que serán de vida. 

El Evangelio de hoy termina con palabras que nos llaman a la confianza. "Nadie las arrebatará de mi mano". En momentos de dificultad, de inseguridad o de incertidumbre es bueno recordar estas palabras, saber que no nos caeremos de su mano, que El siempre nos alcanza. 


Lecturas de hoy (www.ciudadredonda.org)

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