sábado, 12 de febrero de 2022

"Bienaventurados..." (Lc 6, 17.20-26)


Jesús baja del monte y se detiene en el llano. Viene al encuentro de la sociedad. Y vienen a él de muchos lugares, tanto judíos como paganos. Los versículos 18 y 19 del evangelio, que se han omitido de la lectura, hablan de que "venían para oírle y ser curados... porque salía de él una fuerza que sanaba a todos". A esa acción de Jesús que sana, que devuelve la alegría de vivir, se unen sus palabras, y desde esa acción se entienden. Jesús proclama que Dios está cerca de los pobres, de los que lloran, de los hambrientos, de los perseguidos. A ellos, en efecto, se dirige particularmente Jesús. Suyo es el Reino de Dios. Porque es así, empezando por los últimos, anteponiendo a los que siempre quedan fuera, es como ese Reino viene para todos. 
La palabra de Jesús es promesa de futuro, porque Dios va a actuar en sus vidas ya lo está haciendo, en los hechos de Jesús. Y es también declaración actual: Jesús los proclama ya dichosos, y Él está ya actuando. Jesús pone de manifiesto una dignidad que los sufrimientos y carencias no pueden arrebatarles, y que conectan con Dios, con su presencia en lo hondo de cada persona y su capacidad para recrear sus vidas. La mirada de Dios no descarta a nadie, reconoce el valor de cada persona y lo hace desarrollarse.

En contraste, Jesús se lamenta por los ricos, los que ríen, los saciados... por aquellos que se encierran en su propia satisfacción y buena imagen, y que así se cierran al otro, y con ello, al Otro con mayúsculas, a Dios. Sin sospecharlo, se cierran a la Vida. De esas falsas seguridades habla también la primera lectura (ese "maldito quien confía en el hombre" de Jeremías, no se refiere a la confianza en la persona, sino a la falsa seguridad de los poderes humanos, y concretamente en aquel momento, en las alianzas militares que terminaron llevando a Israel al desastre). El individualismo, el hedonismo, la autosuficiencia, se denuncian como trampas que consumen a las personas. Varios de los males de nuestra sociedad tienen que ver con ello.

El domingo de hoy, además, nos trae la Campaña contra el Hambre de Manos Unidas, que nos invita a salir de la indiferencia que condena a otros al olvido y la exclusión. La dilatada experiencia de esta ONG católica que lleva 63 años haciendo realidad proyectos de desarrollo, nos dice que es posible luchar contra la desigualdad y la pobreza, que ese trabajo da frutos concretos, que repercuten en la vida de muchas personas y van alumbrando otras formas de construir la sociedad. Depende de nosotros. 

Jesús propone un camino de felicidad. Y lo hace con unos planteamientos que chocan con los criterios de nuestro mundo. Para comprenderlos, hay que mirar a Jesús (Él, que también se ha hecho pobre, ha llorado y ha sido perseguido)... y acercarnos a su obra, intentar participar de ella. Vale la pena acoger estas palabras de las Bienaventuranzas, dejarnos interpelar por ellas, dejar que resuenen en nuestro interior.

Le preguntaban un día a un hombre con fama de sabio: ”Tú tienes varios hijos, ¿cuál de ellos es tu preferido?” El hombre respondió:
- “Mi preferido es el más pequeño, hasta que se hace grande;
el que está lejos, hasta que vuelve;
el que está enfermo, hasta que recupera la salud;
el que está prisionero, hasta que recobra la libertad;
el que sufre, hasta que le llega el consuelo”


Lecturas de hoy (www.dominicos.org)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

  Tras hablarnos de cómo se arraiga el sarmiento en la vid, el Evangelio nos invita a permanecer así en el amor de Jesús. Un amor que es co...