sábado, 29 de mayo de 2021

"En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mt 28, 16-20)

 

Así comenzamos cada día la Eucaristía, y así estamos llamados a comenzar cada jornada: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Sabiéndonos convocados (a la Eucaristía, a la vida...) por un amor que nos sobrepasa y que nos sostiene. Que nos ha dado la vida ("para que tengamos vida en abundancia" (Jn 10,10), se ha hecho nuestro hermano, para compartir con nosotros su Vida, y permanece a nuestro lado, alentando lo mejor de nosotros mismos. 

Al hablar de Dios como Misterio, no nos referimos tanto a que sea incomprensible (ciertamente, es más grande de lo que nuestra mente es capaz de abarcar y analizar). Nos referimos, sobre todo, a que a Dios no lo podemos conocer de manera meramente intelectual, desde fuera, como podemos hacer con un objeto que podemos analizar. Lo conocemos cuando entramos en relación con Él, cuando nos involucramos personalmente. Lo conocemos al vivirlo (algo parecido a lo que pasa con el amor, por ejemplo). 

Y hablamos de Dios Trinidad, porque Él se nos ha revelado así. Hemos conocido a Jesús, y lo descubrimos como Dios, por su Resurrección, por su capacidad de transmitir vida, de crear vida con sus palabras y hechos... Vamos conociendo al Espíritu, presencia viva de Dios que va actuando en medio de nosotros, y en nuestro corazón. Y el Hijo y el Espíritu nos remiten al Padre. Por eso hablamos de los Tres, y a la vez los contemplamos en Unidad. 

Esta fiesta nos invita a cultivar nuestra relación personal con los Tres: nuestra amistad con Cristo, nuestra apertura al Espíritu, nuestra referencia al Padre. Dios se hace cercano a nosotros, más cercano de lo que alcanzamos a comprender, porque quiere compartir su vida con nosotros. 

Qué bien sé yo la fonte

que mane y corre,
aunque es de noche.

Aquella eterna fonte está escondida,
que bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche.

Su origen no lo sé, pues no le tiene,
mas sé que todo origen de ella tiene,
aunque es de noche.

Sé que no puede ser cosa tan bella,
y que cielos y tierra beben de ella,
aunque es de noche.

Bien sé que suelo en ella no se halla,
y que ninguno puede vadealla,
aunque es de noche.

Su claridad nunca es oscurecida,
y sé que toda luz de ella es venida,
aunque es de noche.

Sé ser tan caudalosos sus corrientes
que infiernos, cielos riegan y las gentes,
aunque es de noche.

El corriente que nace de esta fuente
bien sé que es tan capaz y omnipotente,
aunque es de noche.

El corriente que de estas dos procede
sé que ninguna de ellas le precede,
aunque es de noche.

Aquesta eterna fonte está escondida
en este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche.

Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan, aunque a oscuras
porque es de noche.

Aquesta viva fuente que deseo,
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche. 

 San Juan de la Cruz


Lecturas de hoy (www.ciudadredonda.org)


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