El grano de trigo ha caído. Y en la oscuridad de tierra, en silencio, empieza a germinar una Nueva Creación.
Es día para hacer silencio, para dejarnos interpelar por la Vida y la Palabra del Maestro, por su entrega y su muerte. Preparar nuestro corazón como tierra donde pueda echar raíces y dar fruto. Como María, la Virgen de la Esperanza, la que guardaba sus palabras y las meditaba en el corazón.
“Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma”. (San Juan de la Cruz. Dichos de Luz y Amor)
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