Tras predicar en la sinagoga de Cafarnaúm, Jesús despliega una labor sanadora. Y es que curar, liberar a las personas del mal personificado en los demonios y predicar son facetas de la Buena Noticia que Él trae.
Marcos nos trasmite la cercanía de Jesús, que toma de la mano a la suegra de Pedro, así como su fuerza sanadora que pone en pie a la persona y la habilita. Aquella mujer, que ha sido liberada de la fiebre por Jesús ("yo estoy en medio de vosotros como el que sirve" Lc 22, 27), se pone también a servir.
Nos transmite también su libertad. No le importan las prevenciones de la Ley sobre tocar a enfermos, ni la restricciones de toda actividad en sábado, cuando se trata de transmitir la ternura y la iniciativa creadora de Dios. Asimismo, no se deja atar por la popularidad que tiene en Cafarnaúm ("todo el mundo te busca" Mc 1, 37). Y al mismo tiempo, podemos intuir su paciencia y su compasión hacia las gentes, que no le siguen en esa libertad (atadas a las prescripciones legales, esperan a que termine legalmente el sábado, y sólo entonces se acercan en masa a traerle los enfermos y endemoniados).
Y nos invita a descubrir cómo todo eso -fuerza sanadora, libertad, compasión, servicio- se alimenta de su arraigo en el Padre, a través de la oración.
Hoy, tal vez, podemos podemos preguntarnos por las fiebres que nos impiden servir y vivir en el amor (la soberbia que ofusca, la indiferencia que adormece, los complejos y miedos que atan...), por las enfermedades del alma que nos tiene postrados. Y llamar al Señor, para que nos tome de la mano y nos levante.
"¡Oh, qué buen Dios! ¡Oh, qué buen Señor y qué
poderoso! No sólo da el consejo, sino el remedio. Sus palabras son obras. ¡Oh,
válgame Dios, y cómo fortalece la fe y se aumenta el amor! Es así, cierto, que muchas veces me acordaba de cuando el Señor mandó a los
vientos que estuviesen quedos en la mar, cuando se levantó la tempestad (Mt 8,
26), y así decía yo: ¿Quién es éste que así le obedecen todas mis potencias, y
da luz en tan gran oscuridad en un momento y hace blando un corazón que
parecía piedra (...) ?; ¿quién pone estos deseos?; ¿quién da este ánimo?
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