lunes, 6 de abril de 2020

“Y la casa se llenó de la fragancia del perfume” (Jn 12, 1-11)




Cada vez que leo este mensaje, me sacude el diálogo entre Jesús y Judas, que denuncia nuestras confianzas en la eficacia y el cálculo.

El gesto de María habla de la gratuidad, de la importancia de aquello que va más allá de lo eficaz y útil, para expresa el amor. Hay gestos, detalles, esfuerzos que “no sirven para nada”,  pero lo significan todo.

Estos días cambian nuestra forma de vivir el espacio y el tiempo. Confinados en nuestras casas, experimentamos la necesidad de belleza y de horizontes. Sin jornada laboral en muchos casos, y sin poder practicar muchas formas de ocio, el tiempo pasa de manera diferente. El Evangelio de hoy nos invita a una reflexión sobre lo que es importante en nuestras vidas, sobre el lugar que tiene, y el tiempo que le dedicamos…

El de hoy es un Evangelio para contemplar, con numerosos detalles: el frasco quebrado para derramar, de forma irreversible el perfume precioso. El gesto de ungir los pies de Jesús, ya en camino hacia la cruz;  gesto que anuncia el de Jesús con los pies de los discípulos. Los perfumes que llevarán las mujeres al sepulcro en la mañana de Resurrección. El perfume (2 Cor 2, 14-15) que llena con su fragancia la casa…



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