Hoy, María nos invita a alegrarnos con ella. Celebramos que
ella ha sido asumida (por eso hablamos de Asunción), alcanzada totalmente
(en cuerpo y alma) por la Resurrección de Cristo. Participa plenamente de
su vida. También del amor de Dios por toda la humanidad. Por eso,
contemplarla en los cielos es, precisamente, saberla cercana a
nuestras preocupaciones cotidianas, a la vida de cada uno de nosotros,
transmitiéndonos ese amor materno de Dios que abre caminos en cada
situación.
El poderoso ha hecho obras grandes por cada uno de
nosotros. En el Evangelio, María celebra, canta la obra salvadora de Dios en su
pueblo, en todos los que, con sencillez, se abren a su misericordia,
que llega a sus fieles, de generación en generación. Hoy es un buen día
para cantar con ella. Este día de fiesta, como un alto en el camino, nos
recuerda hacia dónde vamos, y nos invita a celebrar esa vida que va creciendo
en nosotros, ese obrar de Dios en tu vida.
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