domingo, 21 de enero de 2024

"Está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed" (Mc 1, 14-20)

 


El domingo pasado, Juan narraba el encuentro de los primeros discípulos con Jesús. Hoy, Marcos nos cuenta su llamada. Vemos cómo es Jesús quien toma la iniciativa, y ellos responden. 

Lo hacen enseguida (palabra que, traducida de diversas maneras, aparece un par de veces en este texto, hasta 41 veces en el Evangelio de Marcos). El Evangelio de hoy tiene cierto tono de urgencia. Y es que, como nos dice S. Pablo, "el momento es apremiante" (1 Cor 7, 29), "se ha cumplido el tiempo" (Mc 1, 15): se nos invita a descubrir, en el momento presente, el tiempo de gracia, la oportunidad que nos abre a una nueva vida. Porque el reinado de Dios (con todo lo que conlleva: la paz, la alegría, el amor, la plenitud) está cerca. La respuesta de los discípulos queda como una imagen, una referencia radical para nosotros: "dejándolo todo, lo siguieron". De otra manera expresa Pablo esta radicalidad, al hablar de este mundo y sus cosas como una representación teatral que se acaba. Nos invita a caer en la cuenta de esa otra dimensión, la vida de Dios, que relativiza muchas cosas que tienden a ocupar nuestra atención. Un relativizar que significa, ante todo, "poner en relación" y mirar y vivir todo desde esa relación, para situar el lugar, la importancia de cada realidad, y ver cómo orientarla. ¿Qué relación tiene esto y aquello que me ocupa y me preocupa, con la vida que Dios me ofrece, con su llamada a seguirle, con el camino que Él me ofrece? ¿Cómo orientarlo? Aquellos discípulos que "dejaron las redes y lo siguieron" nos invitan a no dejarnos enredar, a ser capaces de librarnos de ataduras para vivir siguiendo a Jesús.

(y, por cierto, también hay que revisar cómo vivimos las redes sociales, que pueden ser lazos que unen, pero también enredos que nos consumen tiempo y vida)

El Reino de Dios está cerca. Por eso nos llama Jesús a convertirnos y a creer. A abrir la puerta, con confianza, a este Dios que está a la puerta (Ap 3, 20) y espera nuestra colaboración para ir actuando en nuestra vida, y nuestra confianza, para poder sorprendernos con sus dones. 

Con la conversión tiene que ver también la primera lectura. El libro de Jonás ("la paloma") es una alegoría de la misión que Dios ofrece al pueblo judío, escrita en un tiempo en que se les hacía fuerte la tentación de un nacionalismo cerrado y excluyente, que miraba a los pueblos extranjeros con recelo. El profeta es enviado a predicar a Nínive, la capital del imperio asirio que arrasó el reino del Norte (el antiguo Israel), la ciudad que era símbolo del poder opresor, violento y destructor. Al pueblo judío, que a veces rezaba pidiendo la destrucción de sus enemigos, Dios lo envía para ser instrumento de conversión y de salvación para ellos. Los capítulos del libro de Jonás que rodean al texto de hoy, recogen también la resistencia de Jonás a esta misión, y la palabra de Dios que le intenta hacer comprender. 

Por su parte, Jesús llama a unos pescadores a convertirse en "pescadores de hombres". Con las connotaciones que en nuestra lengua tiene pescar (atrapar, conseguir...) nos podría parecer que los llama a convertirse en figuras atractivas, capaces de arrastrar a muchos en pos de sí... Hay detalles, sin embargo, que apuntan hacia otro lado: para el pueblo hebreo, el mar se identifica con el abismo (Sal 33, 7; Is 51,10...). Un "pescador de hombres" será, más bien, un "rescatador", alguien que saca del abismo a quien se está hundiendo, ahogando, perdiendo... Como veremos hacer a Jesús en el Evangelio. A los mismos discípulos les costará ir comprendiendo que emprenden un camino que no los lleva a un éxito centrado en sí mismos, sino a una plenitud distinta, siguiendo a Jesús, que ha comenzado su camino en el momento en que Juan Bautista "fue entregado", y lo vivirá también como entrega hasta el fin. Hasta la Resurrección.

Evangelio significa "Buena Noticia". Jesús nos invita a convertirnos a esta noticia, a este nuevo conocimiento de Dios, que ofrece caminos que llevan a la Vida Nueva. 

Vale la pena recordar, por otra parte, que estamos en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Una semana en que las distintas confesiones cristianas (católicos, ortodoxos, las iglesias y comunidades de la Reforma...) se unen, al menos, en oración, para pedir a Dios que nos guíe hacia la unidad, la misma que Jesús pidió al Padre. En este enlace puedes descargar los textos. Y en cada ciudad hay un programa de actos ecuménicos en los que se nos invita a participar. 

Y hoy celebramos el Domingo de la Palabra de Dios, que nos invita a valorar este don, a conocerla mejor, a leerla, meditarla, orarla. 

A zaga de tu huella
las jóvenes discurren al camino,
al toque de centella,
al adobado vino,

emisiones de bálsamo divino
              San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual

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