domingo, 17 de diciembre de 2023

"Testigo de la luz" (Jn 1, 6-8) "Se alegra mi espíritu en Dios" (Lc 1,47)

 

En el evangelio que hoy escuchamos a Juan definir su lugar, ante las preguntas del pueblo. Su llamada a la conversión, su anuncio de los tiempos definitivos y la radicalidad de su vida llevaron a muchos a pensar si él sería el salvador que esperaban (nombrado con distintas figuras en las tradiciones de Israel: el Mesías, el Profeta, o Elías, que esperaban que volviera "para restablecer a las tribus de Jacob". Eclo 48,10). Con humildad ("andar en verdad" como dice Teresa) Juan reconoce que él no tiene las respuestas, ni trae la salvación.  No pretende ocupar el lugar de Jesús, que viene a rescatar, a salvar al pueblo ("desatar la sandalia" era el gesto con el que alguien ocupaba el lugar del pariente más cercano, para "rescatar", hacerse cargo de la familia y la heredad de un difunto. Rut 4,7). 

El lugar de Juan es otro, que lo empuja (como también impulsa a la Iglesia) a una misión audaz: ser la voz que llama a allanar el camino del Señor, el que bautizará con Espíritu Santo (Lc 2, 16)

Esto nos recuerda que esperamos a alguien con nombre propio. No creemos simplemente en unos valores, y nuestra esperanza no es un sueño utópico. Nuestra fe es camino de encuentro personal con Jesús, el Hijo de Dios, para ir conociéndolo cada vez más profundamente. 

Y Él es el fundamento de los valores que asumimos, y de la esperanza que nos anima. Él, que trae buena noticia, que viene a vendar los corazones desgarrados, a liberar de toda cautividad, a hacer brotar la justicia (Is 61,1-2.11). Por eso, también, seguirle significa ir experimentando eso (cómo nos sana en nuestros desgarros, nos libera de opresiones o de ataduras, impulsa nuestras vidas...) y cultivar esas mismas actitudes de sanación, de esperanza, de libertad. 

"Estad siempre alegres", nos dice San Pablo, en este domingo, que proclama también alegría desbordante en la lectura de Isaías y en el Cántico de María. ¿Es posible esta alegría? Pablo hablaba a una comunidad que conocía las dificultades y la persecución, y él mismo refiere, en otros momentos, las penalidades y peligros que acompañaron su existencia. La alegría de Pablo brota más hondo, y tiene que ver con algunas actitudes, que nos invita a cultivar:

- "Sed constantes en orar" (a los cristianos de Filipos, les decía "os lo repito: estad alegres... el Señor está cerca". Flp 4,5). Orar es acercarnos a Dios e ir descubriendo cómo nos acompaña.

- "Dad gracias en toda ocasión". El agradecimiento nos hace conscientes de la gracia que recibimos, nos abre a la gracia. 

- "No apaguéis el Espíritu" (tal vez nos podemos preguntar qué nos "apaga", qué ahoga esta llama del Espíritu que es amor, búsqueda de la verdad, ánimo... Y cómo avivarla, evitar que se apague)

- "Examinadlo todo, quedándoos con lo bueno" (interesante palabra, para estos tiempos que tientan a todos a meterse cada uno en su "burbuja")

- "Guardaos de toda forma de maldad". 

Nos acercamos a la Navidad. María nos invita a alegrarnos en Dios, como ella. Porque su misericordia llega, en cada generación, a los que lo buscan. El también viene a hacer obras grandes en ti. 

Lecturas de hoy (www.domincos.org)


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