domingo, 19 de diciembre de 2021

"Dichosa tú que has creído" (Lc 1, 39,45)

Entramos en la última semana del Adviento de la mano de María. El Evangelio nos invita a contemplarla: llevando a Cristo en su seno, ella se pone en camino, presurosa, impulsada por el Espíritu, al encuentro de su prima Isabel. María es así anuncio de una Iglesia que ha de vivir "en salida" (como dice el Papa Francisco), al encuentro de la humanidad, para servir. Y nos da una clave, a cada uno, para encaminar la próxima Navidad: salir al encuentro (de aquéllos que nos necesitan, tal vez, de aquéllos que están a nuestro lado...). 

El encuentro de María e Isabel es un encuentro lleno de gozo, en el que comparten, con hondura, lo que están viviendo, lo que Dios está haciendo en sus vidas. El retazo de conversación que Lucas transmite, nos habla de bendición y nos deja la primera bienaventuranza de este Evangelio: "Dichosa tú que has creído, porque lo que ha dicho el Señor se cumplirá" (Lc 1, 45). Se nos invita a entrar en esa bienaventuranza: a creer, a apoyarnos en Dios y en su fidelidad. Ahí encontraremos base sólida para levantar nuestra vida y para vivir las enseñanzas de Jesús, para encontrar su gozo. 

La lectura de la carta a los Hebreos nos deja otra palabra preñada de sentido: "Aquí estoy... para hacer tu voluntad" (Heb 10,7). Es la palabra con la que entra el Hijo de Dios en nuestra historia, para traernos la salvación. El "Hágase en mí" de María y el silencio de José (silencio que escucha y obra) serán la primera respuesta y eco de esta disponibilidad fundamental. (Como el primer acorde que pone en nuestras vidas la música de Dios). El autor de la carta a los Hebreos está señalando la clave fundamental de la vivencia religiosa, lo que da sentido a nuestro culto, a nuestra vida cristiana: hacernos presentes a Dios, con esa actitud de disponibilidad. Actitud que responde a la del mismo Hijo de Dios: Él se ha hecho ofrenda, se nos da para siempre para que nosotros podamos ser santificados, compartir la vida de Dios.  

Como en casa de Isabel y Zacarías, María entra en la nuestra y nos saluda, nos ofrece a Aquel que lleva en las entrañas ("Él mismo será la paz" Miq 5,4), para transmitirnos la alegría del Espíritu. 

Lecturas de hoy (www.dominicos.org)


 

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