El Evangelio nos presenta una situación de aislamiento, de incomunicación, que nos interpela también a nosotros, habitantes de la "era de las comunicaciones"... que tantas veces sentimos también dificultades para comunicarnos. Y nos invita a preguntarnos por esta paradoja. ¿Qué es lo que nos aísla y hace difícil el entablar una relación auténtica, humana, con los que están a nuestro alrededor e incluso con nosotros mismos? ¿Tal vez ruidos, superficialidad, otras actitudes de fondo...?
Le piden a Jesús que le imponga las manos. Su respuesta, sin embargo, no es una "acción mágica", y el relato tiene detalles sugerentes: el gesto de llevar al hombre aparte (que sugiere un "tomar distancia" frente al mundo, un "retirarse"), los dedos en los oídos, como venciendo una resistencia, la saliva, que alude a un contacto personal, la mirada orante ... y su palabra, que Marcos nos hace escuchar en arameo, tal como Jesús la pronunció : "Effetá"
Ábrete. Ésta es una de las palabras esenciales de Jesús. Una de sus propuestas fundamentales: frente al riesgo de cerrarnos en nosotros mismos (en nuestras soberbias o nuestros miedos, en nuestros egoísmos o prejuicios, o en lo que a cada uno nos cierra), nos invita a abrir los oídos, el corazón, la vida; a escuchar, acoger, compartir; a confiar, a amar. Entrar en nosotros mismos (abrirnos a nuestro interior), abrirnos a los demás. Abrirnos a Él.
Lecturas de hoy: (www.ciudadredonda.org)
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