domingo, 16 de mayo de 2021

"Proclamad el Evangelio a toda la creación" (Mc 16, 15-20)

 


La Fiesta de la Ascensión nos invita, por un lado, a contemplar a Cristo, exaltado a la derecha del Padre, manifestado, ya claramente, como Señor. Su camino de entrega y amor (ese itinerario que, como canta Flp 2, 5-11, ha sido de humildad, abajamiento) es camino de la verdadera plenitud. Y esta plenitud de vida es también para nosotros. Así, la carta a los Efesios pide que Dios "ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros" (Ef 1, 18-19).

Esa contemplación de Cristo no es, sin embargo, un quedarse "plantados mirando al cielo" (Hch 1, 11), porque esperamos el retorno de Cristo, y esa esperanza es activa, comprometida en ir abriendo camino al Reino que esperamos ("la cintura ceñida y las lámparas encendidas..." Lc 12, 31-38). Jesús nos envía a ser sus testigos, a proclamar el Evangelio, con audacia.  Una proclamación dirigida "a toda la creación" (Mc 16, 15) lo que, en nuestro tiempo, invita también a tener en cuenta la dimensión ecológica del anuncio del Evangelio.

Y el mismo Cristo acompaña nuestra acción con la fuerza de su Espíritu, haciéndonos posible afrontar peligros y digerir dificultades (aquellas "serpientes y venenos..." Mc 16, 18), y transmitamos su fuerza sanadora, liberadora y creativa.


Lecturas de hoy (www.ciudadredonda.org)





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