Cuando se quitaron muchos libros de romance,
que no se leyesen yo
sentí mucho, porque algunos me daba recreación leerlos, y yo no podía ya, por
dejarlos en latín , me
dijo el Señor: No tengas pena, que yo te
daré libro vivo.
(...) Su Majestad ha sido el
libro verdadero adonde he visto las verdades. ¡Bendito sea tal libro, que deja
imprimido lo que se ha de leer y hacer de manera que no se puede olvidar!
¿Quién ve al Señor cubierto de llagas y afligido con persecuciones que no las
abrace y las ame y las desee? ¿Quién ve algo de la gloria que da a los que le
sirven que no conozca es todo nonada cuanto se puede hacer y padecer, pues tal
premio esperamos?
Teresa de Jesús Vida, 26,6
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