Al contar la historia de aquella pareja de discípulos que estaban "de vuelta", y se encontraron con Jesús resucitado que les salió al paso y reanimó su seguimiento, Lucas escribe también, de alguna manera, la experiencia de la primera comunidad cristiana, y la experiencia de toda la Iglesia: Cristo acompaña pacientemente, escucha los dolores, responde, ayuda a comprender, enciende el corazón, reincorpora a la comunidad e ilumina la noche (esa noche que los discípulos atraviesan, casi sin darse cuenta, para compartir con la comunidad el encuentro con el Resucitado).
En este camino, Lucas subraya la relectura de las Escrituras, desde los hechos vividos, guiada por el Maestro. Y la Eucaristía: "lo reconocieron al partir el pan".
Cristo pasa así por nuestras vidas. Casi nunca nos damos cuenta mientras sucede, pero después nos damos cuenta de que nos ha estado acompañando, escuchando nuestras preocupaciones, ayudándonos, poco a poco, a encontrar luz, encendiendo nuestro corazón.
El relato de hoy nos invita a echar un vistazo a nuestras vidas, descubrir su huella en nuestra historia. Darle gracias porque, aunque nuestros ojos, muchas veces, estén impedidos para reconocerlo, sabemos que ha entrado para quedarse con nosotros.
Íbamos dos, camino de Emaús (Gonzalo Mazarrassa)
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