A veces, podemos tener la impresión de que el mal contamina y corrompe todo. La cultura actual tiende a extender y repetir esa idea, que genera desánimo y da pie a justificar diversas formas de corrupción y mediocridad.
Pero al contemplar a María, la llena de gracia, libre, desde el principio, de toda corrupción y malicia, descubrimos el proyecto de Dios, que es de gracia y liberación para toda la humanidad. Tomamos conciencia de que Dios, desde el principio (antes de la creación del mundo), nos ha bendecido a través de su Hijo, y nos ha llamado a ser santos, a ser sus hijos, para vivir plenamente (Ef. 1, 3-6.11-12). El ha puesto en cada persona, en cada alma, una hermosura y una capacidad inmensas. Y la obra del Espíritu -la gracia-, liberando y restaurando esa hermosura.
La figura de María, nuestra madre, nos inspira para abrir nuestras vidas a la obra del Espíritu, con esa disponibilidad del "Hágase en mí" que escuchamos hoy en el Evangelio. El anuncio del ángel también nos dice a nosotros: "¡Alégrate!"
"...considerar nuestra alma como un castillo todo de un
diamante o muy claro cristal adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo
hay muchas moradas (Jn 14, 2); que, si bien lo consideramos, hermanas, no es
otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice él tiene sus deleites
(Prov 8, 31). Pues, ¿qué tal os parece que será el aposento adonde un Rey tan
poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita? No
hallo yo cosa con qué comparar la gran hermosura de un alma y la gran
capacidad; y verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por
agudos que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a
Dios, pues él mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza (Gen 1, 26)"
Santa Teresa de Jesús. Moradas I, 1,1
Decir tu nombre, María,
es decir que
Decir tu nombre, María,
es decir que nuestra carne
viste el silencio del Verbo.
Decir tu nombre, María,
es decir que todo nombre
puede estar lleno de Gracia.
Decir tu nombre, María,
es decirte Toda Suya,
Causa de Nuestra Alegría.
Pedro Casaldáliga
Lecturas de hoy (www.vaticannews.va)
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