sábado, 4 de abril de 2020

“Para reunir a los hijos de Dios dispersos” (Jn 11, 45-57)




El Evangelio de hoy narra la condena a muerte de Jesús, decidida por el Sanedrín ya antes de prenderlo. El relato tiene varios niveles de lectura, que se corresponden con la complejidad de la realidad. Por una parte, el relato de los hechos: la maquinación del Sanedrín, la decisión de buscar y matar a Jesús, y el retiro de Jesús al desierto. Jesús es consciente de toda la situación. Espera  el momento (su hora) para presentarse y afrontar la muerte, y ese momento será la fiesta judía de la Pascua, para que sea la Pascua definitiva, para todos los pueblos.

Por otro lado, nos presenta el cálculo del Sanedrín y su utilitarismo falto de ética: para evitar un posible conflicto con el poder, deciden matar al Salvador.

Y, sobre todo, nos habla de cómo Dios escribe su historia de salvación sobre estos renglones torcidos. Él no quiere la injusticia (bien claro está escrito: “no condenarás a muerte al inocente”, Ex 23,6). Pero cuando acontece la injusticia, Dios no abandona ni es derrotado. Es capaz de darle la vuelta, y en la situación que ha creado esa injusticia, Él abrirá un camino de salvación. El evangelio y la lectura de hoy, además, subrayan el aspecto de reconciliación: la muerte de Jesús, su entrega por nosotros, abre un camino reunir a los pueblos en la fraternidad de los hijos de Dios.

Se nos ofrece así, hoy, el sentido de los hechos que vamos a celebrar en la Semana Santa que comienza mañana.

Este Evangelio que nos muestra cómo Dios “escribe derecho sobre renglones torcidos” nos ofrece también una reflexión en medio de los acontecimientos que vivimos. Esta pandemia es contraria a la voluntad de Dios. Dios no quiere la muerte y el sufrimiento de tantos inocentes, ni “ha enviado” esta enfermedad. Ésta es una de muchas epidemias que la humanidad ha sufrido y aun hoy sigue sufriendo, sólo que en países que olvidamos (cada año, la malaria afecta a 200 millones de personas, y mata a más de 400.000). Esta enfermedad acontece, porque nuestra realidad es limitada, inestable. Y aumenta su gravedad porque no hemos aplicado adecuadamente los medios que teníamos para evitarla.

Dios no está detrás de lo que está ocurriendo. Él está en medio de nosotros. Sigue a nuestro lado, y sobre todo, al lado de los que sufren y de los que se esfuerzan por aliviar el sufrimiento. Por eso, porque nos acompaña, podemos esperar que en esta crisis abrirá caminos de vida, de esperanza, de renovación. Somos invitados a encontrar y seguir esos caminos.

Y María nos muestra la mejor disposición para encontrar ese cauce de vida. Las santas mujeres que permanecen, con ella, junto a la cruz de Jesús, serán los primeros testigos de la Resurrección. La compasión y la solidaridad con los que sufren nos abre a la acción de Dios que salva y renueva.


Lecturas de hoy: https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy

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