Celebramos hoy el Domingo de la Palabra de Dios. El Papa
Francisco instituyó este Domingo y el de los pobres, para subrayar (junto con
la Eucaristía, festejada en el Corpus) estos tres “lugares” fundamentales de
encuentro con Dios: la Eucaristía, la Palabra de Dios, los pobres. Para
vivirlos, hemos de educar una forma de “ver”, de “escuchar”, y de actuar.
De la Palabra de Dios hablan hoy la lectura de Nehemías: nos
presenta a Israel congregado en torno a la Ley de Dios, que lo fundamenta y lo construye.
Y también el Salmo 18, con el que podemos orar hoy: “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida”.
Y Lucas nos da la clave. Escuchamos hoy el “prólogo” de su
Evangelio, que nos cuenta su finalidad y el cómo se ha escrito. En esas líneas
está resumido todo un proceso de recogida (e investigación) de los recuerdos de
la vida y las obras de Jesús, que circulaban entre las comunidades cristianas, y
que Lucas reúne con un orden y un sentido. Todo ello “para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido”: el
Evangelio no es una palabra más (en este mundo lleno de relatos y de
mitologías). Nos lleva a un acontecimiento, totalmente real e histórico,
transmitido por testigos (testigo en
griego, es “mártir”: y es que lo que Magdalena,
Pedro, Juan -entre otros- vivieron, transformó sus vidas. En Jesús encontraron
la Vida, y dieron testimonio de Él con su palabra y su vida, hasta entregarla.
Como Jesús).
La “solidez de las
enseñanzas” es Jesús. Él es el centro de todo el relato. Y los Evangelios
son “puentes” para que nos acerquemos
a su persona, para que cada uno escuchemos sus palabras y seamos alcanzados por
sus gestos, su obra.
Jesús es el cumplimiento
y la plenitud de toda las Escrituras anteriores, de todas las promesas hechas
por Dios, de los anhelos de la humanidad, como hoy escuchamos que comenzó a decirles. Lo seguirá diciendo
con todas sus palabras y hechos, hasta el final. En el pasaje que escuchamos, va
al pueblo en que se crió y toma contacto con sus raíces: la sinagoga en que se
congregaban los creyentes judíos, la Escritura. Recoge todo para dar, con su
vida, una respuesta de gracia, de
amor gratuito de Dios que renueva todo. Y que es luz para abrir los ojos de
muchos ciegos y libertad frente a muchas cautividades, adicciones, opresiones.
“Hoy se cumple esto”. Se subraya este hoy (en este y otros lugares del Evangelio: Lc 2, 11; Lc 19, 1-10;
Lc 23, 43). Jesús es presente. No escuchamos el Evangelio (y desde Él, el resto
de la Escritura) como algo del pasado. El sigue actuando. Hoy se acerca a ti.
Hoy está haciendo brotar y crecer algo en tu corazón y en tu vida, en esta
realidad que estás viviendo, con su complejidad, con sus dificultades, su fragilidad
y sus posibilidades. ¿Cómo puedes abrirte a su presencia, descubrirlo,
responder?
Materiales y recursos para el Domingo de la Palabra de Dios
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