domingo, 26 de enero de 2025

“Hoy se cumple esta escritura” (Lc 1, 1-4; Lc 14, 4, 14-21)

 

Celebramos hoy el Domingo de la Palabra de Dios. El Papa Francisco instituyó este Domingo y el de los pobres, para subrayar (junto con la Eucaristía, festejada en el Corpus) estos tres “lugares” fundamentales de encuentro con Dios: la Eucaristía, la Palabra de Dios, los pobres. Para vivirlos, hemos de educar una forma de “ver”, de “escuchar”, y de actuar.

De la Palabra de Dios hablan hoy la lectura de Nehemías: nos presenta a Israel congregado en torno a la Ley de Dios, que lo fundamenta y lo construye. Y también el Salmo 18, con el que podemos orar hoy: “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida”.

Y Lucas nos da la clave. Escuchamos hoy el “prólogo” de su Evangelio, que nos cuenta su finalidad y el cómo se ha escrito. En esas líneas está resumido todo un proceso de recogida (e investigación) de los recuerdos de la vida y las obras de Jesús, que circulaban entre las comunidades cristianas, y que Lucas reúne con un orden y un sentido. Todo ello “para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido”: el Evangelio no es una palabra más (en este mundo lleno de relatos y de mitologías). Nos lleva a un acontecimiento, totalmente real e histórico, transmitido por testigos (testigo en griego, es “mártir”: y es que lo que Magdalena, Pedro, Juan -entre otros- vivieron, transformó sus vidas. En Jesús encontraron la Vida, y dieron testimonio de Él con su palabra y su vida, hasta entregarla. Como Jesús).

La “solidez de las enseñanzas” es Jesús. Él es el centro de todo el relato. Y los Evangelios son “puentes” para que nos acerquemos a su persona, para que cada uno escuchemos sus palabras y seamos alcanzados por sus gestos, su obra.

Jesús es el cumplimiento y la plenitud de toda las Escrituras anteriores, de todas las promesas hechas por Dios, de los anhelos de la humanidad, como hoy escuchamos que comenzó a decirles. Lo seguirá diciendo con todas sus palabras y hechos, hasta el final. En el pasaje que escuchamos, va al pueblo en que se crió y toma contacto con sus raíces: la sinagoga en que se congregaban los creyentes judíos, la Escritura. Recoge todo para dar, con su vida, una respuesta de gracia, de amor gratuito de Dios que renueva todo. Y que es luz para abrir los ojos de muchos ciegos y libertad frente a muchas cautividades, adicciones, opresiones.

 Hoy se cumple esto”. Se subraya este hoy (en este y otros lugares del Evangelio: Lc 2, 11; Lc 19, 1-10; Lc 23, 43). Jesús es presente. No escuchamos el Evangelio (y desde Él, el resto de la Escritura) como algo del pasado. El sigue actuando. Hoy se acerca a ti. Hoy está haciendo brotar y crecer algo en tu corazón y en tu vida, en esta realidad que estás viviendo, con su complejidad, con sus dificultades, su fragilidad y sus posibilidades. ¿Cómo puedes abrirte a su presencia, descubrirlo, responder?

Materiales y recursos para el Domingo de la Palabra de Dios



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