La parábola del sembrador nos habla de la fuerza de la Palabra de Dios, semilla que ha de dar fruto abundante. En primer término, es una llamada a la confianza, con el ejemplo de ese sembrador que no deja de sembrar, a pesar del fracaso de los primeros intentos, y al fin encuentra una cosecha sobreabundante (en aquel tiempo, una cosecha del siete o del diez por uno era buena. Y el evangelio habla del ciento, setenta y treinta por uno).
Este evangelio, además, nos muestra la riqueza de sentidos que ofrece la Palabra de Dios. Así, el mismo texto nos ofrece una nueva interpretación, que nos llama a reflexionar sobre cómo acogemos la Palabra.
¿Qué tipo de tierra es mi corazón? ¿Cómo he de cultivarla para que llegue a ser tierra buena?
En estos días de la Novena del Carmen, el Carmelo vuelve la mirada a María, la que "guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (Lc 2, 19, y de nuevo Lc 2, 51). Ella es modelo de esa escucha de la Palabra de Dios, que nos lleva a encarnarla en nuestra vida, en actitudes evangélicas.
"Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo,
y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del
alma."
(S. Juan de
Lecturas de hoy: https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy/2020/07/12.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario